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| - thumb|300px|La Máscara, por John Blanche. La Máscara, que antaño fue la doncella principal de Slaanesh, solía peinar el argénteo cabello del Príncipe Oscuro y aceitarlo con bálsamos fragantes. Cuando Slaanesh estaba malhumorado la Máscara danzaba para aliviar sus pensamientos, hipnotizando al dios con deslumbrantes y acrobáticas actuaciones. Pero pese a toda la indulgencia del Príncipe del Placer, la Máscara habría de convertirse en el más despreciado de todos sus sirvientes. Durante las eternas riñas y guerras que forman parte del Gran Juego, hubo un momento en que Tzeentch engañó a Slaanesh para que se enfrentara a Khorne y Nurgle, una contienda que acabó con la derrota y humillación del Príncipe Oscuro. Viendo el mal humor de su amo, la Máscara decidió encargarse de aliviarle con la más enérgica y brillante danza que jamás hubiera interpretado. Pero si bien los saltos y piruetas de la Máscara siempre habían traído alegría y gozo al Príncipe Oscuro, ahora el amargado corazón del dios no veía más que burlas; cada perfecta combinación de movimientos era como una espina clavada en su maltrecho orgullo. Slaanesh arrojó a la Máscara a un lado, condenándola como traidora y diciéndole que, si tanto quería danzar, lo seguiría haciendo siempre. Y ese ha sido el destino de la Máscara desde entonces: danzar durante toda la eternidad. En los círculos del Reino de Slaanesh, danza para las otras Diablillas, hipnotizándolas con sus sinuosos movimientos hasta que ya no pueden moverse o hablar. Baila a las puertas de Khorne, burlándose de los Desangradores que gruñen y rugen ante su imprudencia. La Máscara baila por todos los mundos mortales de la Galaxia atrapando a quienes la miran. Allí donde los mortales se dejan llevar por sus sentidos, donde los excesos rompen las normas, la Máscara aparece para liderar a los incautos en una danza de muerte. Mientras ella danza representando pasajes de la gloriosa historia de Slaanesh, su máscara dorada brilla y se transforma para adaptarse a los papeles de los personajes que va interpretando. Tan poderosa es la atracción de dicho baile, que todos los que la ven sienten la necesidad de unirse a ella, ya sean Demonios o simples mortales, todos sienten la llamada en su corazón y son incapaces de resistirse, uniéndose al espectáculo como si lo hubieran ensayado durante una eternidad. Por ejemplo en la "Danza del Sueño", en la que el personaje del Príncipe durmiente espera el momento de nacer, los acompañantes de la Máscara caen en un estado trance letárgico, mientras que en la "Danza de la Muerte", que reconstruye una de las victorias de Slaanesh sobre Khorne, todos saltan y se atacan entre ellos, tratando de arrancarse los ojos y abrirse las gargantas a arañazos y dentelladas. Consumidos por el éxtasis y la agonía del aura de la Máscara, danzarán hasta morir, usando hasta la última onza de energía para lograr seguir el ritmo. Nadie conoce mejor a la Máscara que los Arlequines. Tienen una obra que cuenta cómo ella se infiltró en una de sus troupes. Cuando los Arlequines y su audiencia se vieron atrapados por su hechizo, apareció un Solitario, el único Arlequín capaz de interpretar el papel de Slaanesh en la Gran Danza. El Solitario imitó a la Máscara paso por paso y durante seis días y seis noches brincaron y giraron, hasta que la Máscara finalmente desfalleció y perdió un paso. Horrorizada, huyó y ahora busca vengarse de los seguidores del Dios que Ríe.
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