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| - La buena noticia, por supuesto, es que el fraude fue finalmente descubierto. La mala noticia es que no fue detectado durante mucho tiempo e involucró tantos artículos científicos -más de 100 publicaciones están ahora bajo investigación. Los costos del fraude para las carreras de jóvenes científicos (y otras personas que trabajaron con él), para la Ciencia y para la confianza del público en la ciencia son devastadores. Los científicos generalmente confían en que la fabricación será descubierta cuando otros científicos no pueden replicar (y por tanto, no validar) los hallazgos. En este caso particular, sin embargo, la dependencia de la replicación como la primera línea de defensa no funcionó. ¿Por qué? Los psicólogos sociales, al igual que otros científicos, valoran las aportaciones novedosas. A pesar de la necesidad de obtener resultados reproducibles para impulsar el progreso, los estudios que replican (o fallan en replicar) los resultados de otros científicos son casi imposibles de publicar en revistas científicas. Esto significa que a pesar de la ausencia de incentivos, el fraude puede pasar desapercibido, lo cual fue el caso de Stapel. El sistema de revisión por pares es otra posible línea de defensa, pero no está diseñado para atrapar a los tramposos. La American Psychological Association (APA) comenzó en 2003 a utilizar un sistema de seguimiento electrónico de manuscritos. Desde entonces, Stapel presentó 40 manuscritos a revistas de la APA; 16 fueron rechazadas y 24 fueron aceptadas. Esto crea una masa suficiente de trabajo donde se podría esperar que se detecten irregularidades. Sin embargo, los 40 manuscritos presentados inicialmente fueron manejados y procesados a través del sistema de revisión por pares por 25 editores diferentes. En tales circunstancias, sería casi imposible detectar un patrón de fabricación de datos. Las universidades holandesas involucradas en este caso tuvieron la intención de investigar a fondo todo lo que Stapel publicó en su carrera. El objetivo fue limpiar todo el registro científico. Este intento contrasta con la respuesta de la Universidad de Harvard a la obra fraudulenta publicada por uno de sus profesores, Mark Hauser. En ese caso, Harvard limitó su investigación a artículos señalados como fraudulentos, pero ha mantenido sus conclusiones confidenciales. Por el bien de la ciencia, cuando se descubre un fraude, el campo necesita saber exactamente qué estudios se basan en datos falsificados.
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