contenido
| - ord Gemyn, mi buen amigo:
Te ruego que me disculpes por no ir a tu encuentro personalmente en el palacio, pero me ha sido imposible acudir por causas trágicas e ineludibles. He dejado la puerta y portón principales abiertos y, si estás leyendo esto, probablemente ya hayas llegado hasta la antesala del salón del ala este. Tal vez ya hayas recorrido la mansión y hayas visto algunas de sus delicias, antes de llegar aquí. Las siete fuentes de mármol y pórfido, el estanque cristalino, las alamedas, las columnatas y las cinco bóvedas. Imagino que aún no habrás visto las estancias del segundo piso ni el ala oeste, pues habrás tenido que pasar primero por esta habitación para poder leer esta carta. Créeme, están hermosamente decoradas con magníficas balaustradas, escaleras en espiral, salones íntimos y alcobas a la altura de tu opulencia.
El precio de esta propiedad es exorbitante, por supuesto, pero para un hombre como tú, que solo aspira a lo mejor, es la villa perfecta. Como sin duda habrás visto al cruzar las puertas, hay varios edificios más pequeños, perfectos para apostar guardias. Sé que la seguridad es una cuestión importante para ti.
Soy un hombre intensamente ambicioso, y nada me habría agradado más que reunirme hoy contigo, enseñarte los terrenos, agasajarte obsequiosamente y cobrar un jugoso porcentaje de la venta de este maravilloso palacio, que sin duda habrías acabado comprando. El problema que ha provocado mi ausencia imperdonable comenzó poco después de que llegara aquí para asegurarme de que la villa estaba limpia y a punto para su inspección. Un hombre llamado Koniinge se puso tras de mí y me aferró por el cuello. Me tapó la boca y la nariz asiéndome con su mano izquierda, mientras me ahogaba con la derecha, aplastándome la parte blanda de la garganta, justo bajo el cartílago tiroides. Durante unos breves pero dolorosos minutos me estranguló con gran eficacia.
Ahora mismo me encuentro enterrado bajo un montón de hojas, en el parterre monumental norte, junto a la excepcional representación escultórica de la Transformación de Trinimac. No pasará mucho tiempo hasta que me descubran, a buen seguro alguien de mi banco notará mi ausencia, llegado el momento. Koniinge podría haberme enterrado más profundo, pero quería estar preparado para la llegada de su antiguo socio, Charwich.
Lord Gemyn, tal vez parte de ti piense que es mejor dejar de leer, llegado este punto. Mira a tu alrededor y no verás más que puertas. La puerta grande por la que has entrado desde el jardín ya está cerrada y, al no conocer aún la disposición de la mansión, no te recomiendo aventurarte por un pasillo, pues fácilmente podrías encontrarte en un callejón sin salida. No. Te convendrá más seguir leyendo y ver qué está sucediendo.
Al parecer, Koniinge trabajaba junto a su amigo Charwich con el fin de recuperar la Estrella de Azura. Por lo que sabían, estaba en poder de alguien llamado Hadwaf Neithwyr, un hombre que conjuró a la mismísima princesa daedra Azura para hacerse con ella. Al provenir Neithwyr de Roca Alta, Charwich decidió buscarle allí, mientras su socio buscaba en Morrowind. Acordaron comunicarse lo que averiguasen a través de cartas que enviarían mediante correos.
En su primera carta, Charwich afirmaba haber encontrado información de que Neithwyr tenía un cliente misterioso llamado Baliasir, dato que averiguó en un cementerio en el que dio con la lápida de Peryra, la hermana de Neithwyr, y con un enterrador licántropo. Koniinge respondió que no había averiguado nada sobre Baliasir, pero que creía que Neithwyr había regresado a Roca Alta con Peryra una vez que se hubo hecho con la Estrella. Charwich escribió su última carta desde su lecho de muerte, tras recibir heridas mortales en su lucha con Baliasir, quien, al parecer, había sido un poderoso señor daedra.
Koniinge lloró la muerte de su amigo y cruzó todo el Imperio hasta llegar a Quietud, con el fin de presentar sus condolencias a lady Moorling, la mujer en cuya casa solía alojarse Charwich. Tras unas preguntas, Koniinge averiguó que la dama había abandonado la ciudad precipitadamente. Había acogido a un huésped llamado Charwich, que al parecer había muerto, aunque nadie había visto el cadáver. Desde luego, el pasado 13 de Última semilla, ningún sanador había sido llamado a su casa. Y nadie en todo Quietud, ni en Tel Aruhn, había oído hablar jamás de nadie llamado Baliasir.
De pronto, el pobre Koniinge comenzó a dudar de todo. Volvió tras los pasos de su difunto socio a través de Boriane y los jardines de Grimtry, pero descubrió que la cripta familiar de Neithwyr estaba en otro lugar, en una aldea de la baronía de Dwynnen. En efecto, allí conoció a un enterrador licántropo aunque, afortunadamente, aquellos días tenía forma humana. Al interrogarle le contó a Koniinge la misma historia que meses atrás le había contado a Charwich.
Hadwaf y Pepyra Neithwyr habían regresado a Dwynnen con intención de ajustar cuentas pasadas. Como la Estrella requiere poderosos espíritus para alimentarse, decidieron empezar por capturar el espíritu del hombre lobo que sabían que rondaba el camposanto de la familia. Desgraciadamente, abarcaron más de lo que podrían apretar. Cuando el pobre enterrador volvió una mañana a su forma humana, se vio yaciendo junto a los cadáveres despedazados y sanguinolentos de los hermanos Neithwyr. Angustiado y temeroso, metió los cadáveres y sus posesiones en la cripta. Allí estaban aún cuando llegó Charwich. Y también la Estrella de Azura seguía allí.
Ahora Koniinge vio las cosas claras. Las cartas que había recibido de Charwich no eran sino mentiras, creadas para mantenerle alejado. Sin duda, con ayuda de lady Moorling, su nueva socia, elaboró historias como la de su propia muerte para engañar a Koniinge y hacerle desistir en su búsqueda de la Estrella. Claramente, era un mal indicador de la naturaleza de la amistad, algo que debía corregir de inmediato.
A Koniinge le costaría casi seis meses dar con su antiguo compañero. Charwich y lady Moorling habían usado el poder de la Estrella para amasar gran riqueza y poder. Habían adoptado diversas identidades a lo largo de sus viajes por Roca Alta y Skyrim, y luego en Bosque Valen y la isla de Estivalia. Por el camino, por supuesto, la Estrella desapareció, como siempre lo hacen los grandes artefactos daédricos. La pareja aún tenía grandes riquezas, pero desgraciadamente, su amor pasó por malos momentos. Cuando llegaron a Alinor, se fueron por caminos distintos.
Cabe suponer que, durante esos meses de idilio, Charwich le hablaría a lady Moorling acerca de Koniinge. Resulta divertido imaginarse a la amorosa pareja riéndose con las historias que le estaban contando acerca del mítico y peligroso Baliasir. A pesar de ello, Charwich no debió de hacerle una semblanza muy precisa de él a la que era su amada pues, cuando lady Moorling se topó con Koniinge, no tenía ni idea de quién era. Le resultó bastante sorprendente que él empezara a estrangularla y a exigirle información sobre su antiguo amante.
Antes de morir, le contó a Koniinge cuál era el nuevo sobrenombre y título de Charwich y dónde estaba buscándose un nuevo palacio. Hasta le habló de mí. Después de todos los azares y giros del destino de su persecución durante los últimos meses, a Koniinge no le costó demasiado dar con el palacio que Charwich aspiraba a comprar y a qué hora había convenido verlo. Así, le bastaría con llegar pronto, acabar conmigo y esperarle.
Me temo que, por desgracia, nuestra historia llega a su fin. Espero poder verle pronto.
Atentamente,
Syrix Goinithi,
Antiguo administrador de la propiedad
P.D.: Charwich, date la vuelta ahora o no, tú eliges. Tu amigo, Koniinge.
|