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| - EN CONSTRUCCIÓN. - Capitán, las señales se acercan. Tiempo estimado de llegada, siete minutos- Dijo con voz monótoma y artificial el servidor. - Activa las armas. Levanta los escudos a mi orden- Respondió Romerae desde su trono de mando, examinando las placas de datos que los servobrazos del propio trono extendían ante él. Un holomapa de tono azulado titilaba frente a él sobre el esférico proyector que colgaba del techo. Los oficiales del puente lo examinaban con atención. Mostraba la disposición de la flotilla de intercepción enviada por la Armada Imperial del sistema Wikia. La barcaza de batalla Martillo del titán había sido enviada para contribuir a la defensa. Se encontraba en el centro, rodeada por las fragatas clase Sable Segundo hijo y Coraje de Macharius. Los dos destructores clase Cobra Gilgamesh y Enkidoh se encontraban en el flanco izquierdo de la formación ligeramente cóncava, a un lado del crucero Lex imperialis, de clase Lunar. El flanco derecho estaba ocupado por otra fragata clase Sable, la Nomard, que escoltaba al acorazado clase Retribución Conquista imperial, nave insignia del almirante Ledmann. A excepción de las clase Cobra y el Lex imperialis, todas estaban presentando el flanco hacia el punto estimado de aparición del enemigo, con las baterías de armamento cargadas, las torretas armadas y las lanzas brillantes, recibiendo energía para disparar. La Gilgamesh y la Enkidoh habían armado sus lanzatorpedos, de igual manera que el Lex imperialis. Ambas barcazas de los Martillos de Wikia tampoco presentaban sus flancos, y armaban sus lanzatorpedos y los cañones magma. Desde su trono en el puente de mando, Romerae activó el transmisor de voz. - Katoa, ¿Alguna idea de qué hacen aquí?- Preguntó con tono neutro, sin dejar de examinar placas de datos, filtrando y procesando toda aquella información gracias a su cerebro sobrehumano. - No sabemos de quién se trata, mi señor. Ahora mismo estoy tan ciego como vos o como Ledmann- Respondió el capitán de la nave- Cuando emerjan de la Disformidad confío en sacar una conclusión. - Yo confío en volarlos por los aires. El repentino revuelo del puente interrumpió la risa de Romerae. Los servidores conectados a los mandos de la nave en sus nichos hundidos en el suelo a ambos lados del puente emitieron sonidos de alarma mientras sus miembros zumbaban, accionando palancas y pulsando botones. Los oficiales se reafirmaron en sus puestos. El capitán Katoa se volvió hacia Romerae, vestido con su ornamentado uniforme gris oscuro, con los pantalones camesíes bajo la chaqueta de oficial ribeteada de oro y decorada con cordeles que colgaban desde su hombro izquierdo hasta los botones en forma de aquila. - Mi señor, están emergiendo de la Disformidad- Avisó, con rostro impasible. - Magnífico. Es tu turno, Katoa. - Sí, mi señor- Asintió Katoa, volviendo la atención a su puesto. Romerae se inclinó en su trono, examinando las imágenes que las placas de datos le mostraban. Hubo un parpadeo en la proa de la Martillo del titán cuando el cañón magma cargó energía a la orden de Katoa. Un fulgor anaranjado rodeó toda su estructura, listo para disparar. Katoa tamborileó impacientemente con los dedos sobre el reposabrazos dorado de su trono de mando mientras daba un sorbo de vino honorio, elevando el cáliz plateado con la mano izquierda. En las pantallas de mando empezó a apreciarse cómo la realidad se rasgaba a miles de kilómetros delante de ellos, apareciendo relámpagos y ondulando el vacío, haciendo que se encogiera y estirara mientras las naves enemigas comenzaban a salir del reino del Caos para adentrarse bruscamente en la realidad. + + + + + + + + + + + Las primeras en aparecer fueron dos fragatas, una clase Sable y la otra una clase Tempestad. Surgieron de la Disformidad entre relámpagos y tempestades espaciales que aparecían y desaparecían con la misma facilidad. El vacío se contorsionó y dobló sobre sí mismo en varias ocasiones más, vomitando cuatro grandes y abotargados transportes, con sus formas curvadas brillando al reflejar el sol local. Un crucero ligero clase Intrépido abandonó la Disformidad inmediatamente después, apareciendo justo en frente de los transportes. Las distorsiones siguieron, apareciendo tres navíos civiles armados y dos fragatas pesadas clase Falchion. Una tormenta espacial más intensa se produjo mientras un acorazado clase Victoria, seguido de cerca por una pareja de fragatas pesadas clase Turbulenta. La flota se desplegó sin un orden claro, tal cual salían de la Disformidad. No todas tenían los escudos de vacío levantados, y ninguna había activado el armamento. Algunas naves también parecían tener problemas con sus motores, incendiados o sencillamente titubeantes. Un coro de confusión se creó de inmediato en la red vox imperial. Los capitanes se mostraron sorprendidos de que se tratasen de naves imperiales, pues habían estado esperando invasores xenos, piratas o, en el peor de los casos, a las insidiosas fuerzas del Caos. Incluso Ledmann ordenó entablar comunicaciones con los recién llegados. En el puente de mando de la Martillo del Titán, no obstante, Romerae tenía una opinión muy distinta. - Katoa, amplía al cuadrante 34/65. Yo no entablaría comunicaciones con ellos- Dijo, con sorna. El capitán asintió y ordenó al servidor ocupado del proyector holográfico que ampliase en la zona mencionada. Una expresión de sorpresa y asqueo cruzó su mirada. - ¡Fuego el cañón magma! Artilleros, torpedos fuera de inmediato- Sobre su púlpito de mando, rodeado de proyectores holográficos y pantallas de verdes destellos, trazó una solución de disparo para los torpedos, que se transmitió al maestro artillero de inmediato- Disparad las torretas hacia los navíos civiles. La barcaza de batalla se estremeció con el disparo del cañón magma, seguido de los torpedos de fusión, que avanzaron dejando una estela de vapores de expulsión tras de sí. El incandescente rayo del cañón magma, de un naranja ígneo, se estrelló contra uno de los transportes, fundiendo su proa y abriéndolo en canal. La onda expansiva partió la nave en pedazos, que se alejaron lentamente, ingrávidos. Las tres torretas de la barcaza de batalla dispararon al unísono. Romerae observó el espectáculo desde su trono. - ¿Se han vuelto locos, Martillo? ¿Qué demonios se creen que están haciendo?- Tronó Ledmann por el enlace vox mientras las explosiones sacudían uno de los navíos civiles- ¡Estamos entablando comunicaciones! Katoa miró a Romerae y asintió, indicándole que el enlace estaba activado. Romerae carraspeó. - ¿Tengo que recordarle que estoy al mando de esta flota, almirante?- Comenzó, con un tono carente de emoción- Abran fuego de inmediato. Todas las naves. Amplíe en 34/65; no son de los nuestros. - Pero... - ¡No repetiré mis órdenes una segunda vez, almirante!- Estalló el Astartes- ¡Abran fuego de inmediato o los ejecutaré a todos por incompetentes e insubordinados! ¡Y si alguien vuelve a acortar el nombre de mi nave afrontará las consecuencias de faltarme al respeto! Ledmann cerró su transmisión sin decir palabra alguna. Sufrir la ira de un Astartes, aunque sólo fuera verbal, era una experiencia traumática incluso para un veterano como él. Lívido, en su trono de mando, hizo un gesto a sus oficiales para que cumplieran las órdenes de Romerae mientras intentaba recobrar la voz. - No he oído su respuesta, almirante- Volvió a la carga el capitán de la cuarta compañía. - Sí, mi señor- Tartamudeó Ledmann, que había dado un respingo en su ornamentado asiento al oír de nuevo la voz de Romerae. - Buen trabajo, mi señor- Dijo Katoa con una media sonrisa desde su púlpito. - Hay que atar en corto a estos idiotas- Fue su respuesta. Antes de que Romerae acabara de hablar, la flota abrió fuego. Un cerco de andanadas de macrocañón sacudió a las naves que se encontraban en el exterior de la formación. Dos de los navíos civiles se combaron y estallaron antes de levantar sus escudos, impactados por docenas de proyectiles perforantes. Una de las clase Falchion logró activar sus escudos de vacío tras resistir dos impactos de lanza, pero un aluvión de disparos la dejó indefensa rápidamente. Una andanada concentrada de la Segundo hijo acabó partiéndola en dos mientras armaba sus baterías. La proa, la que Romerae había descubierto cubierta por una gigantesca estrella de ocho puntas, se desprendió primero, alejándose lentamente, dejando un rastro de planchas de adamantio en llamas, combustible, escombros y cuerpos. El resto de la nave se desmoronó por sí sola cuando los disparos siguieron lloviendo a su alrededor, lloviendo sobre el resto de la flota hereje. El último navío civil armado activó sus motores mientras los proyectiles seguían cruzando el espacio. La flota hereje había levantado sus escudos y activado el armamento, y empezaban a desplazarse lentamente, manteniendo una formación dispersa. El navío civil, bautizado como Partesano, tenía graves heridas en su vientre, y la mayor parte de sus cubiertas habían quedado despresurizadas, y con ello, gran parte de su tripulación había muerto. Sin armamento ni esperanza, el Partesano aceleró sus castigados motores al máximo, que resplandecieron con tonos violeta mientras ganaba velocidad, hendiendo el vacío con su alargada proa. Sus escudos se desvanecerion con un chisporroteo cuando el Conquista imperial acertó al navío con una salva completa de sus macrocañones y lanzas. Algunos disparos perdidos impactaron también en el Partesano, destrozando su puente y matando a los pocos tripulantes que le quedaban. Pero la nave siguió adelante, impulsada por sus motores aún en funcionamiento, acercándose al Lex imperialis como un brulote. Los dos torpederos clase Cobra que escoltaban al crucero ligero abrieron fuego con sus torretas, de igual manera que el Lex imperialis, que viró para presentar su flanco al Partesano y reducirlo a escombros con su potencia de fuego. De todas formas no tenía ni tiempo ni espacio para esquivarlo. La andanada de disparos arrancó pedazos enteros de la estructura del navío civil, envuelto en llamas y sangrando combustible y cadáveres que flotaban en el espacio, ingrávidos. Pero a pesar de los daños sufridos, el Partesano atravesó el escudo de vacío del Lex imperialis y se estampó contra su costado, destrozando toda su línea de armamento de babor y matando a sus artilleros. Varias estancias sufrieron daños, explotando o sufriendo una violenta descompresión. Miles murieron en aquel choque, y otros ocho mil murieron después cuando el combustible ardiendo del Partesano cubrió las municiones, los conductos de combustible y se coló en las tuberías de oxígeno. Una cadena de explosiones se propagó por toda su ornamentada estructura y el crucero clase Lunar se partió en dos cuando lo poco que quedaba del Partesano estalló dentro de él. Sus restos, girando sin rumbo, se esparcieron por el vacío, envueltos en llamas. - Trono de Terra- Murmuró Katoa- En lugar de intentar huir se ha... - No podía huir- Dijo Romerae de repente- Han tenido suerte de haber llegado aquí enteros, de hecho. - ¿Mi señor?- Katoa enarcó una ceja, confundido, mientras marcaba coordenadas en su púlpito de mando. - Ya sé por qué han aparecido aquí de repente- Romerae apoyó la barbilla en los nudillos de su mano derecha, observando el combate a través de las placas pictográficas y el holoproyector del puente- Estaban huyendo. ¿De qué? Lo ignoro. Pero me he fijado en que sus cascos ya estaban dañados y marcados. En algunas naves incluso los escudos parpadearon más de lo habitual. Si amplías la imagen para examinarlas, verás que una parte de su armamento está destruido o dañado. - Comprendo- Asintió Katoa, impresionado. A pesar de su ferocidad, Romerae no dejaba de ser un Martillo de Wikia, un súper humano con una inteligencia y una capacidad de procesamiento muy superiores a las suyas propias. - Ahora sólo nos queda destrozarlos- Concluyó Romerae, que no había apartado la vista del combate. El acorazado clase Victoria Estela turbulenta avanzó con un impulso constante de sus castigados motores. Macroproyectiles y descargas de energía chocaban contra sus escudos de vacío, que hasta el momento estaba resistiendo extraordinariamente bien. Con los altavoces de los compartimentos entonando tétricas alabanzas a los dioses oscuros, la tripulación del Estela turbulenta se afanaba en cumplir sus tareas con rapidez y precisión, realizando reparaciones de emergencia, manipulando los enormes cargadores de munición mecánicos y revisando los eneradores de energía de las baterías de lanzas, pues llevaban fallando desde su última batalla. Un destacamento de abordaje de ochocientos hombres estaba esperando en los hangares, montados en los botes de asalto y armados con trajes de vacío con placas de acero cosidas, a modo de blindaje improvisado. El capitán de la nave les había ordenado tomar la primera nave que se les pusiera a tiro, y volver su fuego contra los imperiales. Si no eran capaces de ello, destruirían la nave hereje en su lugar. Ninguno esperaba volver con vida. Los sacerdotes les habían dispensando los últimos ritos y los habían bendecido con sangre ungida de aceites aromáticos, pintando runas y símbolos sobre su piel desnuda y sus armas. Eran una fuerza temible; no tenían nada que perder. El acorazado se estremeció cuando una salva de macroproyectiles superó el escudo de vacío y descuartizó una de las cubiertas exteriores. Los tripulantes del Estela turbulenta gritaron sus oraciones a los caídos, todos a una, como un coro de decenas de miles de voces sumidas en el dolor y moldeadas por la amarga decisión de luchar hasta un final ineludible. EN CONSTRUCCIÓN. Categoría:Relatos No Oficiales Warhammer 40000 Categoría:Relatos Martillos de Wikia
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