abstract
| - Hace dos años yo me quise independizar así que mi papá me compró este departamento sólo para deshacerse de mí. Y fue cuando me di cuanta que vivir solo es una pesadilla, aun no logro acostumbrarme del todo. Siempre fui pésimo para cocinar cualquier cosa. La limpieza se me da bien. Pero lavar ropa, es un tormento para mi, prefiero llevar mi ropa a la lavandería, pero eso limita mi presupuesto, pero cuando yo lavo la ropa tiende a quedar un poco rígida, así que también me gasto horas planchando. Bueno, la chica de enfrente no es mejor que yo planchando y aquí es cuando la historia comienza. Nunca me percaté de que era ella quien se había mudado enfrente. Yo hacia mi vida normal. Mis vacaciones acababan de empezar, así que ya podía relajarme. Pero por la escuela y todo eso no me había dado tiempo de presentarme con la vecina nueva. Bien, esa tarde volví de la lavandería así que tenia mucho por planchar y mientras lo hacia escuche un ruido proveniente del departamento de la nueva vecina. Corrí para intentar ayudar y ahí estaba ella tirada en el piso, con la puerta abierta y una caja con lo que parecían sabanas. Sin pensarlo ni pedirle permiso, entré al departamento a quitarle las sabanas de encima y ayudarla a incorporarse, después de eso me presente con ella. -Hola, soy Roberto, vivo enfrente. –La verdad es que pretendía hacer voz grave, siempre he tenido la voz grave, pero creo que soné ridículo. -Oh, Roberto, gracias. Me llamo Gumi. –Me dijo eso mientras terminaba de ponerse en pie. –Apenas me mudé esta semana. –Vaya que tiene una hermosa voz. -Si, yo, pude notarlo. –No se que decir, puede que me haya escuchado nervioso. –Iba a presentarme contigo, pero he estado algo ocupado así que yo… ah… -Sip, estaba metiendo la pata. –Bueno, ya nos conocemos. -Si, es bueno tener un vecino tan amable. –En serio, me llamo amable sólo porque corrí como desesperado a ayudarla. Es una virtud mía el ayudar. –Donde vivía antes apenas y conocía a mis vecinos. -Ya veo. Y ammm… ¿Qué te trae a esta ciudad? -Trabajo. Mi disquera se mudó aquí. Ah, cierto, soy cantante. –Lo sabia, la reconocí en el momento en el que mi vista se detuvo en su lindo rostro. Preferiría que ella no supiera que la conozco, pero… -Si, yo he escuchado tus canciones, ah, yo… -Aun hoy no puedo decir si fue correcto que se enterara tan pronto. Por suerte me interrumpió muerta de vergüenza y roja cual jitomate. -¡En serio! Oye, yo, que pena… -Pensé que la había regado pero la verdad es que la conversación iba bastante bien. -¡No! Quiero decir, me alaga que conozcas mi trabajo, pero sigo sin superar la vergüenza, aun me da un poco de miedo cantar en escenario. -Ah, perdona no sabía eso. -¿Por qué me disculpe con ella? La verdad es que conversar con chicas lindas no era lo mío. Pero me corregí de inmediato. –Pero es cierto, me encanta tu música, tiene ya un buen rato que un amigo me mostro una canción y simplemente quise escuchar mas. –Seguía roja mientras yo hablaba, pero no me apartaba la vista. El contacto visual me pone nervioso. Puedo ver a un desconocido a los ojos o a un amigo, incluso a un maestro, pero no a una chica. Tengo confianza, pero me pongo nervioso muy rápido. -¡Aaaah! –eso pareció casi un suspiro. Después llevo sus manos a sus mejillas cada vez mas coloradas. –Me alagas Roberto, yo, estoy feliz de que te guste mi trabajo. Ahora conozco a un fan. -Así es, ah. –Me quedo sin temas de conversación con la misma velocidad que mis nervios aumentan. Así que hice lo único que me pareció razonable en ese momento mientras ambos poníamos las sabanas de vuelta en la caja. –Oye, ammm… bueno, como te dije no me pude presentar antes, pero ahora que tengo algo de tiempo, ¿Te gustaría cenar algo conmigo? Su expresión de pena abrió paso a una de sorpresa. Me miró a los ojos aun sin poder creer lo que le había pedido. Pero aun así respondió -¡Si!... Ah, yo, quiero decir, si, yo... –Ahora sonaba más nerviosa que yo, pero amo su nerviosa voz, es tan dulce. – ¿A-a-a qué hora seria eso? No es que tenga planes, pero debo planchar esto. –Ahí, ahí es cuando el tema del planchado entra en escena. Tampoco es que toda la historia sea de mi planchando por ella, pero al menos incluye momentos tiernos, ya lo verán… tampoco piensen mal como que ella me dé a planchar su pantis o algo así, aunque si lo pienso… No, ya. Sigamos con la historia. -Bueno, yo, tengo comida lista, puedo ayudarte a planchar, si-si quieres. -¿Me harías ese favor? -¡Claro Gumi! Yo… Puedo llamarte Gumi, ¿Cierto? -Seguro, ¿Roberto? -Si, suena lindo cuando tú lo dices. –En serio que suena adorable con su encantadora voz. –Bueno, ammm, ¿Quieres que planche ya? Hace un momento estaba planchado algo de ropa pero termine así que podría empezar ya. –La verdad es que no había ni empezado. -Ah, por favor, ten. –Sacó las sabanas de cuadros verdes y azules y me las tendió con sus suaves manos. Si, en ese momento pude sentir sus manos, por eso digo que son suaves. –Claro, cuando termine te las llevare. -Si, gracias, mientras me iré a bañar. –No pude evitar sentirme extraño que mientras ella estaría desnuda y mojada, yo tendría que planchar. No me molestaba, para eso me ofrecí. Pero tenia la inquietud de que cerca de mi la chica que admiro estaría bañándose. Ella volvió a su departamento y yo comencé a planchar. Parece que a ella no le importo mucho tomar tiempo para empacar las sabanas, solo las había metido hechas bola en la caja. Así que estaban bastante arrugadas. Al terminar las colgué en ganchos. Fui a su puerta, toqué. ¿Por qué? Porque no sabia que sabanas pondría en su cama y cuales guardaría. Tardó un momento, pero escuché pasos y entonces abrió. Se estaba cubriendo con una sóla toalla, su cabello verde y húmedo aun escurría un poco de agua. Sin la ropa de hace un rato podían verse sus finos hombros. No pude mirar sus piernas porque al verme se paralizo un segundo, enrojeció y azotó la puerta. Pero esta vez no me disculpé. -Gumi, yo, te iba a preguntar que sabanas pondrás en tu cama. Para así doblar las demás. –No negaré que tan hermosa vista también me hizo sonrojar. -Ah, las que aun tienen etiqueta. -Entendido, búscame cuando estés lista.- No respondió, me sentí tan nervioso, creí que me tacharía de pervertido o algo así. Pero me di cuenta de que mi tiempo debía de ser bien utilizado. Tenia que doblar las sabanas aun, las que tenían etiqueta permanecieron colgadas. También debía preparar la cena. Si tenía comida lista, pero aun debía calentarla, poner la mesa, en ese momento pensaba en prender velas, pero seria muy sugerente, pero también debía de limpiar el comedor, la sala estaba limpia, pero no la tendría comiendo en la sala si tengo un comedor. También pensé en poner música, eso si lo hice y no, no puse canciones de Gumi, puse una banda americana proveniente de Illinois, Chicago. Prepare todo tan rápido como pude y ¡Oh no! No me había cambiado de ropa aun. Así que salí corriendo a ponerme algo de lo que tenía listo. Mientras aun me estaba poniendo una camisa gris escuché la puerta, la abotone como pude y fui a recibir a Gumi. Al abrir la puerta mi sorpresa fue mayúscula, ya que ella eligió un conjunto que uso en un concierto. Tenia puesta una blusa blanca de botones y encima un chaleco ajustado negro, también de botones y con unas cuantas líneas blancas muy delgadas, tenia puesta una corbata verde pero sin ajustar, su falda era idéntica a su chaleco, con las mismas líneas y por ultimo traía unos zapatos verdes de tacón bajo. La verdad es que quede muy impresionado, tanto que me quede inmóvil mientras que ella me veía con una sonrisa cálida y encantadora. Con un suave gesto la invite a pasar. Ella entro y miraba a su alrededor. -Tienes todo muy ordenado. -Si, me gusta tener las cosas en su lugar. La verdad es que casi no muevo mis cosas, de ahí que estén en orden. –Ven, siéntate, serviré la comida. -¡Oh! ¿Tienes Netflix? ¿Podemos ver una película mientras comemos? –Limpié el comedor para nada, aunque no me enojó, es decir, lo limpie pensando en que ella preferiría comer ahí, pero si quiería comer en la sala mientras vemos una película, ¿Cómo decirle que no? Sobre todo con el tono tan dulce con el que preguntó. -Si, seguro, podemos comer ahí. El control está en la mesa, elige la película. -Mi tono de voz se escuchó cada vez mejor, tanto que ella me dedico una sonrisa, luego asintió y tomo el control de la tv. En internet se sabe que su comida favorita son las zanahorias, que suerte que tengo una ensalada con zanahorias. Serví una sopa y un filete que aprendí a hacer. Antes había dicho que soy pésimo cocinando y es cierto, pero son pocos los platillos que se cocinar, además esa sopa es sencilla y el filete solo se le ponen condimentos, se echa al sartén y listo, toma un color café muy elegante y además queda jugoso. La ensalada solo es picar verdura y el aderezo lo compre y lo puse en un recipiente. Y el agua, bueno, es maravilloso lo que un jugo en polvo y una jarra de cristal pueden hacer. Acomodé todo como pude sobre la mesa de centro de la sala y ambos nos sentamos a comer. Gumi eligió una película de comedia romántica. Me comentó que tenía muchas ganas de verla. Gumi se emociono cuando vio las zanahorias y me pidió que le sirviera solo zanahorias en un plato, cuando se lo di, comió con una gran sonrisa y también muy rápido. Cuando terminamos de comer lleve los platos sucios a la cocina. La película aun no terminaba y Gumi estaba muy cómoda. En ese momento que la vi mi corazón se aceleró como nunca, ¿Debía abrazarla? Sólo eso me pasaba por la mente en ese instante. Pero Gumi se recostó sobre el brazo del sillón. Yo aparente estar interesado en la película, bueno, si me estaba gustando. Al finalizar la película Gumi estaba cabeceando de sueño. La música de los créditos era lenta, así que ella por fin se quedo dormida. ¡Alerta máxima! Inmensidad de pensamientos ahogaron mi mente. La verdad es que me decidí por dejarla tranquila, pero de momentos temblaba (todo el edificio es frio) así que fui por una cobija que tenia en mi cuarto. Tape a Gumi. Puse otra película y me senté a su lado. Al cabo de media hora, Gumi comenzó a moverse en el sillón, casi se cae, así que la detuve como pude. Ella se despertó y me miro, luego vio la cobija y dijo: -Roberto, gracias, yo no he dormido bien estos días. Con todo eso de la mudanza, ni siquiera he preparado mi cama. -Oh Gumi ya es tarde, ¿Quieres que te ayude a tender tu cama? –Creí que Gumi hablaba de que no había puesto sus sabanas en la cama, que equivocado estaba. -Ah, pero Roberto, es que la base de mi cama anterior estaba muy gastada y compre una nueva, soy mala para armar cosas así que no la he terminado y el colchón llego hoy. –Sip, gran error pensar que simplemente no la había tendido. -Vaya. –Tuve la idea tan rápido que no di tiempo a mi mente de procesarla antes de decirla en voz alta. ¿Quieres dormir aquí? –¡Wooooow! que raro me debía escuchar. -…- No dijo nada, me asuste, pensé que ese seria el momento en el que me tacharía de pervertido. Que preferiría irse a su casa y dormir en el suelo o pasar la noche en vela tratando de armar su nueva cama. –Tu… -Ese era el momento en el que me diría pervertido, pero… -¿De verdad no tienes problema con eso? -¡Oooooooh! No lo podía creer, estaba pensando en quedarse. -Claro, puedes dormir en mi cama, yo tengo un colchón, lo sacaré del cuarto y… -Yo… ammm… no tengo problema de que duermas en el mismo cuarto. De cualquier modo es tu cuarto. -¡No! No lo podía creer, quería que durmiera en el mismo cuarto. Sabía que si decía algo podía cambiar de opinión. –Iré a ponerme mi pijama. -Si, claro, preparare el cuarto. Gumi se levanto y salió del departamento. Tuve un pensamiento fugaz y fui igual de imprudente. Gumi dejó la cobija en el sillón, me acerque para llevarla al cuarto y fue mientras caminaba que olí la cobija. El dulce olor de Gumi quedo impregnado en la cobija. No diría nada, en definitiva dormiría con esa cobija, huele tan rico. Preparé el cuarto, Puse el colchón junto a la cama (solo ahí había espacio). Aproveche también para ponerme una pijama limpia antes de que Gumi volviera. Apague la tv de la sala y en eso tocó. Al abrir volví a sorprenderme, traía un pijama naranja con orillas verdes, realmente encantadora. Entró. -Bueno, yo, prepare el cuarto. –No se me ocurrió otra cosa por decir. -Haces mucho por mi, gracias. –Antes de poder responderle me dio un abrazo. También la tomé en mis brazos. Entramos al cuarto, ella se metió en la cama y dijo: -Oye, ese colchón esta muy viejo y gastado. –Era cierto, ese colchón lo tenía desde hace años. Servía muy bien cuando mi mejor amigo se quedaba conmigo en casa de mis padres. Pero desde entonces el tiempo había volado, el colchón ahora estaba tan delgado que no había diferencia entre dormir en el a dormir en el suelo. –Ven conmigo. -Ah bien. –Entonces comenzó lo mejor. Me acerque a Gumi y ella me volvió a abrazar, luego me tiro sobre la cama. -Roberto, ¿Podemos dormir juntos? –Debía ser un sueño, pero estaba más que dispuesto a dormir a lado de mi encantadora Gumi. –Ese colchón está demasiado mal. Me daría pena dejarte dormir ahí. -Anda, tampoco quiero que duermas en tu fría sala. –En si todo el departamento es frio. Y aun con mi convicción de dormir con Gumi, me puse nervioso, de nuevo. -Está bien, pero, ¿Estas segura? -Si, así no tendremos frio al dormir. Apagamos las luces y volví a acostarme junto a Gumi. Ella me daba la espalda, pero yo estaba boca arriba, no quería que ella pensara mal de mi, además tampoco quería verme tan desesperado. Pero ella comenzó a hablar, me contó sobre algunos problemas que tuvo con la mudanza, otros problemas que tuvo al conseguir el departamento y sobre su antigua cama. Se me hizo buena idea hablar sobre lo mucho que amo su música. -Oye, Gumi. -Dime Roberto. –Era obvio que la pobrecilla ya tenia sueño. -Me encanta tu música. –Esa vez no pude ver si se puso roja. Pero soltó una risita y con algo de esfuerzo volteo hacia mi. -Roberto, dime ¿Por qué eres tan tierno conmigo? Me halaga mucho que te guste mi música. Pero fuera de eso has hecho mucho por mí. –Que dijera eso me aceleró nuevamente mi corazón. –Planchaste por mí, me hiciste de comer, me dejaste ver la película que quise, cuando me quedé dormida me tapaste, estuviste por cederme tu cama y dormir en el suelo solo para que yo no tuviera que armar mi cama. -Podría armarla por ti. –Ya hablaremos de eso. -A eso me refiero. Casi me olvido de que saliste corriendo a ayudarme. –No quiero sonar rudo, pero aunque no hubiera sido ella yo hubiera salido a ayudar. –Dime la verdad, ¿Por qué eres tan bueno conmigo? -Porque te admiro. Me gusta mucho tu música. -¿Solo te gusta mi música? -Ah, bueno. –Comencé a respirar rápido. –Yo… -Vamos, dime no me enojaré. Además ya vi el poster en tu puerta Ahora fui yo el que se sonrojo, no podía mas, es decir, prepare el cuarto para que ella durmiera ahí, evite poner música suya para que no se sintiera incomoda pero olvide quitar mi poster de Gumi. Me sentía tan nervioso que respondí con sinceridad. –Está bien, me gustas Gumi. Al principio solo fue tu música, después fue cuando vi un concierto y me pareciste increíblemente linda, irresistible y como podía esperarse busque fotos tuyas en internet. –Al decir eso ella puso los ojos como platos. –A cada día me gustabas mas, ¿Sabes? Cuando te vi tirada en el suelo no podía creer que fueras tú. La chica que más he admirado estos días de pronto aparece en el departamento de enfrente. Y… -Entonces ¿Te gusto? -… Si, me gustas Gumi… No solo po-por lo hermosa que eres. –Tantos nervios me hicieron tartamudear. –A pesar de que solo hemos estado juntos este día, me encanta tu forma de ser, has sido encantadora conmigo, es decir, cualquier otra chica hubiera rechazado mi invitación a cenar, cualquier otra chica hubiera rechazado mi invitación a dormir y cualquier otra chica me hubiera dejado dormir en el suelo antes de pedirme que duerma a su lado. Gumi, me gustas. -Roberto, gracias por ser tan lindo conmigo, la gente me trata bien solo porque soy famosa, pero tú no lo has hecho por eso. –Es cierto, en un momento en mi mente la chica peli verde del escenario y la chica peli verde que estaba en mi cama pasaron a ser personas completamente diferentes. –Hoy después de mucho me sentí como una chica normal. –A cada momento ella y yo nos acercábamos más. -Gumi, hoy, yo también pude sentirme normal, me refiero a que he estado solo un tiempo, por la escuela y eso, apenas y tengo tiempo para mis amigos y hoy que llegaste a mi vida y hemos convivido, me sentí tan relajo, contigo puedo ser yo mismo. Sin pensarlo mas eliminamos los últimos centímetros que nos separaban, pude sentir su dulce aliento golpeando mi nariz y menos de un segundo después nuestros labios se encontraron, puse mi brazo derecho bajo su suave y delicado cuello y con la mano tomé su hombro y la mano izquierda la puse en su cadera. En toda la tarde no pude fijarme en su figura, pero sin duda sentir su ancha cadera fue sensacional. Ella puso sus brazos alrededor de mi cuello, luego acercamos nuestros cuerpos aun más, de manera que pude sentir sus grandes pechos contra mí. Sus besos eran apasionados y húmedos. No pude resistirme a tocar su trasero. A ella no le molestó, de hecho reaccionó bien, ya que me acerco más a ella. Después subió su pierna a las mías. Los besos continuaron. Pero dejé de tocar su suave y redondo trasero y puse mi mano en su brazo y con una suave caricia lo fui recorriendo. Ella supo que intentaba así que también deslizo su brazo a la vez que acariciaba mi cuello, finalmente nuestras manos coincidieron y nuestros dedos se entrelazaron. Los besos aun duraron más. Gumi movía sus caderas de ves en cuando. Se separó de mí un momento, soltó mi mano, acaricio mi mejilla y llevo sus manos hacia su cintura, tomo su blusa y tiro de ella hacia arriba, dejó ver su brasier verde, volvió sus suaves manos a mi cuello y lo acarició. -Roberto, ¿Te-te gustaría tocar mis senos? -Gumi… -Obviamente acepte su propuesta, pero sentía como si mi corazón fuera a salírseme del pecho. –Yo… -No la toqué aun, primero lleve mis manos a su espalda donde desabroché el sujetador de su brasier. Ella cooperó para quitárselo. Luego lo aventé fuera de la cama. Entonces si toqué sus suaves pero firmes pechos. Ella gimió levemente. Tras esa reacción comencé a frotarlos, a lo que ella gimió más. No me resistí más y, a la vez que continuaba frotando sus pechos, quise continuar saboreando sus dulces labios. Ella volvió a mi cuello, esta vez solo puso sus manos en el, también comenzó a acariciar. Duramos un rato así. Ella quiso que llegáramos más lejos. -Roberto, no pienses que soy una mujer fácil, eres el primer hombre con el que me acuesto. Pero es que tú me gustas mucho también y pienso que nos correspondemos bien. Además, considéralo mi forma de agradecerte. -Gumi… -Jamás alguien había sido tan tierna conmigo. -Roberto, se mi primera vez -Gumi… ahora eres tu la que me alaga. –Entonces volví a besarla, mientras yo bajaba su pantalón solo quedando en pantis. Ella me quito la playera. La piel de Gumi se sentía cada vez mas caliente. Después bajé sus pantis y la acomode en la cama, mientras ella intentaba cerrar sus piernas para tapar su parte intima. Agarre una almohada y como pude la puse bajo su trasero para tener mejor acceso a sus pétalos. Y sin esperar ni un segundo más, comencé a lamer sus rosados labios. A cada lamida gemía más y más mientras yo disfrutaba de hacerla sentir bien. Comenzó a acariciarme el cabello al tiempo que yo hacia movimientos circulares con la lengua. Empezó a tener leves espasmos mientras la excitación de ambos incrementaba. Más que gemir ella gritaba con una dulce y melodiosa voz y con sus dos manos sostuvo mi cabeza contra su entrepierna. -Ro-Roberto, me-me vengo… -No pude responder debido a que seguía haciendo movimientos con la lengua, esta vez en diagonales. Ella quito una de sus manos de mi cabeza y busco la mía. Nuestros dedos una vez más se entrelazaron pero esta vez ella comenzó a hacer una delicada danza con su pulgar de tal forma que acariciaba la palma mi mano. Mi respiración también se había vuelto agitada y pesada, no se puede respirar muy bien en esta posición. Sus gritos se intensificaban pero sin perder ese tono tan dulce. Era como mi propio concierto privado. De un momento a otro paró la caricia que causaba cosquillas en mi mano y me aferró con firmeza. –Rober-Roberto… No puedo más… Vo-voy a-a-a… Venirme… Solo me separe un poco para poder responder. –Cuando quieras Gumi. –Y justo cuando me acercaba de nuevo, empujó mi cabeza con la mano que seguía ahí. Y justo unos segundos después, Gumi arqueó la espalda en un gemido de éxtasis mientras salpicaba con sus jugos de amor. –Oh, Gumi… -Ella seguía retorciéndose de placer. Me acerqué a su lindo rostro y la besé, con su respiración aun irregular, rodeó mi cuello con ambos brazos, yo acaricié su mejilla con una mano. Momentos después Gumi estaba acomodando la almohada que estuvo bajo su trasero, la puso bajo su cabeza y yo nuevamente estaba sobre ella, listo para hacerla mi mujer. No apartó sus brazos de mi cuello y nos miramos a los ojos mientras yo entraba en ella. Gemía otra vez. Así es como pasé a ser la primeara vez de Gumi. Ella decidió entregarme su virginidad. Mis movimientos eran suaves al principio, pero fui tomando ritmo a la vez que Gumi gemía cada vez mas alto, su encantadora y excitante voz inundaron el cuarto. Gumi empezó a rasguñar mi espalda, lo cual sólo hizo que mis movimientos fueran mas rápidos y al mismo tiempo buscábamos los labios del otro. –O-otra vez… Otra vez me-eh… Voy a venir… -La verdad es que no siempre sucede como uno quiere. Me refiero a que no puede ser al mismo tiempo. –Roberto, Te qui-te quiero… -Dicho eso Gumi volvió a arquear la espalda y grito por lo alto mientras tenía su segundo orgasmo. Al escuchar su voz y ver como se retorcía, sin mencionar sus uñas clavadas en mi espalda y por la velocidad de mis movimientos, no pude contenerme mas. -Gumi, yo también voy a-a… Venirme. -Si, si, hazlo… -Ese susurro fue apenas audible. Y sin hacerla esperar mucho, me corrí dentro suyo. Gumi y yo estábamos abrazados, ella se quedó dormida. No podía evitar contemplar su bella carita mientras dormía, aun seguía roja. Esperaba que todas la noches pudiera dormir a su lado, abrazarla, aun conservaba su dulce aroma a perfume. Muchas cosas pasaron por mi mente, ¿Fue incorrecto hacerlo con Gumi? ¿No fue precipitado? ¿Qué tal si después se arrepentía? ¿Y si negaba que sucedió? Es decir, es famosa, esto no puede saberse, tampoco es que vaya por la calle gritándolo a cualquiera que escuche, pero me preocupaba que al día siguiente Gumi pensara lo precipitado de esta relación que comenzamos ese día. A pesar de esos pensamientos negativos, los positivos tenían mayor importancia en mi mente: ¿Y si Gumi decidía visitarme mas seguido? ¿Y si esta vez quería que yo la visitara? ¿Y si quería ser algo mas que… Algo mas de lo que éramos en ese momento? Bueno, a la mañana siguiente tuve mi respuesta. Gumi despertó y trato de incorporarse con torpeza. Ambos nos dijimos buenos días. Ella me sonreía. La verdad es que soy alguien muy flojo y me daría pereza preparar el desayuno cada día, así que dejo fruta picada para una semana en la nevera, también dejo listos los ingredientes para otro platillo de tal modo que solo tenga que asarlo o algo así. Tras darle un beso en la mejilla me levanté de la cama y fui a servir fruta para ambos. Gumi grito desde la habitación si podía prepararle jugo de zanahoria y eso hice. Estaba por poner ambos platos sobre la mesa, pero recordé la cena anterior y mejor lo llevé a la sala, prendí la tv y justo en eso Gumi salía del cuarto (vestida con su pijama), le tendí el control de la tv y le dije que escogiera la película que quisiera. No se hizo del rogar, tomó el control y se puso a buscar una película. Ambos desayunamos juntos, Gumi bebió su jugo y yo un café. Era una mañana fría (como todas en ese edificio) así que traje la cobija y ambos nos tapamos, juntos ya abrazados mientras veíamos una película de comedia. Fue la primera vez que me vi a mi mismo en una situación así, por fin sentí que significaba algo para una chica. Gumi recargó su cabeza en mi hombro. –Roberto, me encanta estar contigo, ¿Crees que…podamos seguir viviendo juntos? –Era una locura, jamás había vivido con otra chica y la idea de vivir con Gumi me fascinaba, pero no sabia como sería seguir viviendo con ella, pero sin duda estaba dispuesto a intentarlo ya que ella fue quien lo propuso. –Podemos compartir ambos departamentos ¿Sabes? Se sentirá como una gran casa. –La verdad es que los departamentos no son grandes, pero tampoco es lo que alguien describiría como pequeño, así que ella tenia razón, si compartíamos ambos departamentos se sentiría como vivir en una casa. -Claro Gumi, me encantaría vivir contigo. –Dije eso con una gran y sincera sonrisa en el rostro. Gumi me besó en los labios. Así comenzó mi vida con Gumi. Me sentí muy feliz. Categoría:Fanfics
|