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| - Bernhard significa “fuerte como un oso” y es el nombre atribuido a una gigantesca criatura que surca el espacio del Subsector Icarus en dirección al Segmentum Solar. Bernhard formaba parte de la Flota Enjambre Leviathan y concretamente de su tentáculo encaminado directamente hacia la Sagrada Terra, que fue frenado y dispersado en Tarsis Ultra. La Armada Imperial interceptó esta colosal “nave” en el Subsector Icarus varios años después, dándole muerte antes de que se adentrase nuevamente en la Disformidad. Sin embargo, su tamaño era tal que ni los misiles nucleares pudieron desviarla de su curso y mucho menos frenarla. Desde entonces, Bernhard recorre inerte el espacio a una modesta velocidad sublumínica de unos 10.000 Km./h., por lo que tardará algo más de un millón de años en atravesar el Subsector y ya se encuentra incluido en la cartografía imperial como un elemento fijo. La naturaleza del monstruo es única entre los Tiránidos, no existiendo precedentes conocidos. Su tamaño iguala al de un satélite mediano, haciendo parecer piojos al resto de Naves Enjambre. Su cuerpo grisáceo y correoso está dotado de cuatro aletas grandes como mares y una cabeza grotesca medio reventada por los ataques imperiales. Un grueso caparazón protege a la criatura, tan colosal que ha atrapado gases y aglutinado una atmósfera propia. Se especula con la idea de que Bernhard era una bomba móvil, capaz de alcanzar el corazón del Imperio y destruir todo el Sistema Solar, pero esto no son más que conjeturas. Recientemente y tras su cometido en Ultramar, el propio Vianco Locard, un Generator de los Magos Biologis especializado en el estudio de Tiránidos, ha dirigido a un grupo de eruditos sobre la superficie de Bernhard. Inicialmente el equipo requería el apoyo constante de naves para conducir las investigaciones, hasta que se tomó la decisión de establecer un laboratorio permanente. Desde entonces el número de éstos ha crecido, así como el de Tecnoadeptos, Ingenieros Squats y Exploradores Ratlings llegados desde todos los confines de la galaxia ante el extraño hallazgo. Ahora el caparazón de la criatura está sembrado de estaciones científicas y trabajadores que van y vienen como diminutos parásitos. Todos ellos llevan trajes de protección contra agentes biológicos, así como suministros de oxígeno, puesto que la atmósfera de Bernhard no es respirable; por el contrario, el calor residual de la criatura basta para hacerla “habitable”. El personal descansa en compartimentos prefabricados dotados de procesadores atmosféricos, donde se encuentran dormitorios, comedores, servicios y otras comodidades. En el exterior, bajo las luces de mil focos, máquinas taladradoras penetran el duro caparazón en busca de las capas más profundas, que pueden aportar datos inestimables sobre el origen y antigüedad de los Tiránidos. Experimentos genéticos tratan de encontrar respuestas al ciclo de adaptación de estos xenos. Bancos de prueba someten los tejidos alienígenas a diversos análisis. Los progresos son lentos, pero valiosos, y los Squats trabajan con un especial fervor en busca de venganza, pues casi toda su civilización se ha visto destruida por la Flota Enjambre Leviathan. Aunque los escáneres biométricos demuestran que Bernhard está completamente muerto desde hace años, el frío del espacio preserva su cuerpo, lo que ha despertado interés sobre su fisionomía interna dado que la zona bajo el caparazón parece estar hueca. Existe un proyecto para explorar esta cavidad una vez penetrado el casco, pero no son pocas las voces que se oponen a esta idea, tachándola incluso de herética. Puede que entonces se encuentre una razón de ser a la existencia de Bernhard, un ser tosco e incomprendido, abandonado por su propia raza en medio del vacío sideral.
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