Como hechizado, el Saqueador observó el agonizante final del planeta bajo sus pies. Sus océanos habían hervido y se habían evaporado hacía horas y el lecho de los mares estaba ahora vacío. El planeta estaba en llamas y el magma empezaba a asomar por sus heridas. El fuego se había apropiado por completo del hemisferio sur y el corazón del planeta parecía a punto de reventar después de haber sufrido la más devastadora carga del navío aniquilaplanetas del Saqueador. Terribles terremotos sacudían la epidermis del planeta reformando una y otra vez su superficie, pero sin dejar de asemejarse a un infierno. La biosfera había desaparecido, la riqueza de oxígeno que poseía el planeta había ardido tras el primer disparo y Abbadon asumía que toda vida estaba extinta del planeta. Puede que alguien hub
Como hechizado, el Saqueador observó el agonizante final del planeta bajo sus pies. Sus océanos habían hervido y se habían evaporado hacía horas y el lecho de los mares estaba ahora vacío. El planeta estaba en llamas y el magma empezaba a asomar por sus heridas. El fuego se había apropiado por completo del hemisferio sur y el corazón del planeta parecía a punto de reventar después de haber sufrido la más devastadora carga del navío aniquilaplanetas del Saqueador. Terribles terremotos sacudían la epidermis del planeta reformando una y otra vez su superficie, pero sin dejar de asemejarse a un infierno. La biosfera había desaparecido, la riqueza de oxígeno que poseía el planeta había ardido tras el primer disparo y Abbadon asumía que toda vida estaba extinta del planeta. Puede que alguien hubiera sobrevivido a las tormentas de fuego que habían azotado el planeta en un principio, pero nadie podría haber sobrevivido a los cateclismicos seismos que habían seguido a los primeros rayos de energía asesina de los bombarderos y a los destrozos que habían ocasionado en la corteza terrestre y en los diferentes estratos rocosos del planeta hasta llegar, finalmente, al núcleo. [En construcción, disculpen las molestias.]