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| - Cuando Azula lanza el relámpago hacia Rafa y Misu, Zuko logra interponerse en el camino y desviarlo exitosamente. Lo que causa una lucha entre los presentes, hasta que Katara logra congelar los pies de Azula, pero antes que la pelea pueda intesificarse, Aang llega para calmar la situación, avisando que viene con alguien que puede ayudarlos. En Hira'a, Noren está disfrutando un desayuno con Ursa, quien recientemente había llegado al pueblo. Mientras comían, Ursa comenta la casualidad del nombre de su acompañante, ya que ese era el nombre que el Emperador Dragón había usado en la obra Amor Entre los Dragones para presentarse al mundo físico cuando estaba encubierto. Al escuchar esto, Noren dice que posiblemente Ursa tuviera razón, mencionando el nombre de la desterrada, a pesar de que ella nunca se lo había dicho. Alterada, Ursa le dice a Noren que no sabía que clase de juego estaba jugando, y empieza a retirarse, no sin antes agradecer el desayuno. Entonces, antes de que Ursa se fuera, Noren le revela su verdadera identidad al decirle que cuando tenían seis años, ella le golpeó y untó su cara en el lodo, y que a los veintiuno, ella rompió su corazón. De inmediato, ella reconoció que él era Ikem. La Madre de los Rostros se presenta ante el Equipo Avatar, diciéndoles que es un espíritu generoso, bondadoso y amable, y que por cada temporada, ella le concede un favor a un humano. Al escuchar esto, Aang trata de negociar con ella, pero el espíritu le dice que no tiente a la suerte. Al considerar los años que llevaban en el Valle Olvidadizo, Zuko cede la oportunidad de encontrar a su madre a los hermanos, pero antes de que Misu pudiera preguntar, Azula se libera y exige saber dónde se encontraba su madre. La Madre de los Rostros le responde que la recuerda, y les muestra la nueva imagen que le había dado años atrás, comentando que no entendía como una mujer de su belleza hubiera preferido un rostro tan simple como el que le había ofrecido. Viendo la nueva imagen, Zuko se da cuenta que se trata de Noriko, la esposa de Noren. Al voltear para hablar con su hermana, Zuko se da cuenta que ya no está presente, y corre hacia Hira'a acompañado por Sokka, sabiendo que ahí era donde se dirigía Azula. Cuando Aang propone ayudar, Katara le pregunta a quién, ya que el espíritu se estaba retirando mientras Misu intenta retenerla con Agua Control. Indignada porque habían controlado el agua de uno de sus estanques, la Madre de los Rostros se despide y desaparece en el agua. Sin perder tiempo, Aang salta tras ella. En el Hira'a del pasado, Ursa entra junto a Ikem al salón de utilería, y comenta cómo el nuevo director no es más organizado que la Abuela Guchi. Allí, él le cuenta cómo se había sentido después que Ursa se fuera en un pueblo donde todos sabían quién era, y cómo era tratado casi como si hubiera sido desfigurado, y al no poder aguantar más, se escapó al Valle Olvidadizo. En ese lugar, comenta cómo encontró a un espíritu muy poderoso, que le había dado una nueva identidad, y que había vuelto al pueblo como una nueva persona. A pesar de preguntarle por qué no se había casado y tenido hijos, Ursa y sabía la respuesta. En ese momento, Ikem le dice a Ursa que ambos podrían ir al Valle, para que el espíritu le diera a Ursa una nueva identidad, y así ella estaría a salvo. Al considerar la idea, Ursa se niega a dejar atrás su vida, ya que ahora era madre, pero también se da cuenta que con un nuevo rostro, ella podría observar a sus hijos. Y acepta ir al Valle olvidadizo con Ikem. Debajo del agua, Aang se encuentra con muchos patrones de caras en los animales y formaciones del lugar, mientras le grita a la Madre de las Caras que les diera una oprtunidad a los hermanos que habían pasado años buscándola. Después de luchar contra unos cangrejos gigantes y decirle al espíritu lo cruel que era, Aang sale disparado del estanque, solo para ser atrapado por Katara en el último segundo, mientras la Madre de los Rostros enojada le grita cómo desde el principio, ella puso parte de sí misma en cada una de las caras que hacía, y cómo aún así los humanos le exigían otras. Ella también comenta que incluso se tragaba su orgullo una vez por estación y les concedía una petición, y que aún así, había gente dispuesta a saltar a uno de sus estanques, y concluye diciendo que los humanos eran iguales: egoístas e insolentes. Así, ella invoca a los animales de su bosque, quienes les gritan a los humanos que se vayan. Dentro de el mismo bosque, Ursa e Ikem pasaron una larga temporada, y al ver al espíritu lobo, ellos volvieron a hablar una vez más. Ursa le comentó que esos meses que había pasado con Ikem le habían hecho dar cuenta de que ese era su lugar en el mundo, y que a pesar de la propuesta de Ikem de traer a los niños al bosque con ellos, Ozai los perseguiría, poniéndolos a todos en peligro. Al ver a la Madre de las Caras emergiendo de las aguas, Ursa le pide una nueva identidad, y al notar que ella aceptaría cualquier cara nueva que se le ofreciera, la Madre de los Rostros siente el dolor que hay en Ursa. Ella le ofrece a la mujer no solo un nuevo rostro, sino que también una nueva mente, una que no recuerde el dolor por el que había pasado. Cuando el espíritu le explica que todo lo de su vida anterior que le había causado dolor sería olvidado y lo que no le había causado dolor podría recordarlo, Ursa toma una decisión muy difícil ya que debía olvidar a sus propios hijos. Al hacerlo, la Madre de los Rostros le da uno nuevo, y cuando el proceso termina, Ursa abraza a Noren. Ellos se casaron poco después y tuvieron una hija juntos. En Hira'a, Zuko y Sokka llegan a la casa de Noren y Noriko, donde estaban cenando juntos. Al abrirle la puerta, Noren le comenta a Zuko que tenía el presentimiento de que volvería a verlo, pero antes que Noren pudiera explicarse, Kiyi lo abraza y lo invita a comer con su familia. Al ver lo feliz que era la vida de su madre sin recordarlo a él, a su hermana o a su pasado, Zuko empieza a retirarse, pero Noren le pide que diga lo que tenía que decir. Finalmente, Zuko revela ser el Señor del Fuego, y le dice a Noriko que ella es su madre. Mientras tanto, en el bosque, Aang, Katara, Misu y Rafa se intentan defender del ataque de los espíritus animales, y al intentar defender a Rafa de un ataque inesperado, accidentalmente Aang hace que su máscara se cayera, revelando que el rostro de Rafa no había sido desfigurado, sino robado. Cuando Aang comenta que había visto algo así antes, obra de Koh, el Ladrón de Rostros, la Madre de las Caras detiene a los espíritus que atacaban, y le pide al Avatar que repitiera lo que había dicho. Al darle una descripción, ella revela que a pesar de que no era el nombre que le había dado, Koh era su hijo, y que desde el principio de los tiempos que había estado alejado de ella. Según cuenta, él roba caras debido al hecho de que la extrañaba demasiado, y al acercarse a la cabeza de Rafa, revela que puede sentir el trabajo de su hijo, y procede a devolverle el rostro que había perdido hacía tanto tiempo atrás. Rafa, ahora con su cara de vuelta, saluda a su hermana, y mientras tanto, Aang le agradece a la Madre de las Caras y también se disculpa por lo insistente que había sido al pedirle dos favores en vez de uno, pero que de verdad necesitaba recontruir dos relaciones familiares. En la casa de Noren y Noriko, él le confiesa a Zuko que lo había reconocido entre la multitud, ya que había aprendido todo lo que pudo de la vida de Ursa en el Palacio Real, y que lamentaba no haber dicho nada antes. Al escuhar la historia de un pasado como princesa de la Nación del Fuego que no recordaba, Noriko estaba perpleja, mientras que su hija estaba asusatada. Finalmente, Noren revela que ella no recordaba nada de esto, porque un espíritu poderoso le había hecho olvidar, y que él también solía ser conocido con otro nombre, Ikem. Soprendido, Zuko comenta que ese era el lugar donde debería estar, con su madre, su hermana, y su padre. Sin embargo, Ikem empieza a explicar que él y Ursa no habían estado juntos de la manera que podría darles un hijo antes de que se fuera para la Capital de la Nación del Fuego. Pero antes de poder seguir, escucharon ruidos en el techo, el cual cedió, dejando caer a Sokka y Azula, quienes habían estado luchando allí. Totalmente enfurecida, Azula dijo que al fin había llegado el momento por el que había estado esperando. Al escuchar la súplica de Kiyi llamando a su madre, Azula le pregunta a Ursa si había tenido que tener una nueva hija después de descubrir que ella había resultado ser un monstruo, pero antes que pudiera hacer algo, Sokka la distrae, hasta que su boomerang la golpea en la nuca. Aprovechando la oportunidad, Sokka le pide a Ikem que se vaya para poner a salvo a su hija, pero Azula se levanta al poco tiempo y atrapa a su madre contra la pared, quien confiesa no saber nada de lo que estaba hablando la adolescente. A pesar de la intervención de Zuko, solo cuando Noriko le dijo a Azula que si todo lo que decía era cierto y de verdad era su madre, que lamentaba no haberla amado lo suficiente, fue cuando Azula bajó la guardia lo suficiente como para que Zuko interviniera. Ellos iniciaron una pelea, que terminó cuando Zuko redirigió exitosamente un rayo hacia su hermana. La princesa empezó a decirle que sin Ursa, al fin estarían libres, ella podría dejar de escuchar los regaños en su cabeza y él podría dejar de ser el Señor del Fuego. Cuando Zuko negó esto, Azula le recordó que cuando había tenido la oportunidad de tirarla por el acantilado, él no lo había hecho, y que él la necesitaba a ella para liberarlos a ambos. Sin embargo, Zuko reveló siempre haber sabido que el trono era su destino, y le comentó a su hermana que a pesar de lo arruinada que estaba su relación, aún eran hermanos. Perturbada por los recientes eventos, Azula le disparó a Zuko una última ráfaga de fuego, quien la disipó fácilmente, aunque en este tiempo, ella aprevechó para escapar hacia el valle, dejando la carta atrás. A pesar de los llamados de su hermano, antes de adentrarse al bosque, Azula se dio vuelta y con lágrimas en los ojos le dijo a su hermano que a pesar ser fuerte, aún era débil. Sin poder tener la oportunidad de seguirla, Noriko tomó el hombro de Zuko y le dijo que mirara como la Madre de los Rostros se acercaba a ellos flotando. Ella le dijo a Noriko si deseaba volver a ser quien había sido antes, que si deseaba recordar, y aunque Zuko le dijo que no tenía que hacerlo, ella aceptó. Mientras Ursa recuperaba su identidad, Katara y Sokka discutieron que debían tener la guardia en alto por si Azula regresaba, pero Aang dijo que probablemente no debían preocuparse por ella, porque a pesar de que no sabía con seguridad, él creía que Azula cambiaría, y que había dejado caer la carta intencionalmente. Ya de día, Rafa y Misu decidieron alejarse en barco del lugar donde habían pasado gran parte de su vida, mientras que Zuko se acercó a su madre, comentando que debería ir con Ikem y Kiyi. Sin embargo, ella le dijo que no, ya que ambos necesitaban hablar. Ursa inició disculpándose por haberlo olvidado, pero Zuko le restó importancia a esto, ya que todo había resultado bien, tenía buenos amigos y ahora era el Señor del Fuego, y aunque sabía que ese siempre había sido su destino, necesitaba saber más de la carta que decía que Ikem era el padre de Zuko. Ursa reveló que lo que había escrito en esa carta era una mentira para confirmar que Ozai había estado revisando el correo que ella enviaba, y cuando Ozai fue a confrontarla, ambos discutieron, diciendo que ella sabía tan bien como él que Zuko era en verdad su hijo. Él confesó saberlo, y reveló que incluso antes de presentarse había habido espías siguiendo cada movimiento que hacía. Cuando Ozai la confrontó exigiendo una explicación de por qué diría una mentira tan obvia, Ursa le respondió que tal vez solo quería lastimarlo, aunque solo fuera por un momento, y que tal vez solo habría estado lastimado por un corto tiempo, porque él de verdad quería que Zuko no fuera su hijo, y que no fuera como él. Así, Ozai recuperó la calma, y agregó que él trataría a Zuko como si no fuera su hijo, hablándole mal, lastimándolo, tratándolo como a un hijo de un perro traidor, a pedido de su propia madre. Ursa concluyó que Ozai era un hombre retorcido por vengarse de ella al tratar mal a Zuko, y él completó la idea de su madre, diciendo que a pesar de todo, él seguía siendo su padre. Ella le preguntó a su hijo como se sentía, y él respondió que sentía como si las cosas estuvieran en el lugar que siempre habían estado. Finalmente, ella confesó querer contarle todo lo que había pasado con su vida, y cuando Zuko dijo que quería saber todo desde el principio, ella le dijo que por él, ella empezaría por el principio.
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