Tras muchos años de investigación, por fin he identificado el elemento hereditario que determina la inteligencia del hombre. Hasta he tenido éxito en manipular el valor absoluto de la inteligencia artificial recomponiendo la alineación base del elemento.
Después tomé la muestra del gen de nuestra gran antepasada, manipulé su elemento y lo implanté en el óvulo sin fertilizar de una madre sustituta.
Lo que no esperaba es que nacieran gemelos: un chico y una chica.
El niño es más inteligente de lo normal, pero no lo suficiente para considerarlo un genio. Sin embargo, la chica tiene una inteligencia extraordinaria que permite clasificarla como superdotada. Es exactamente lo que había estado buscando: nuestra gran antepasada rediviva.
Ya he encontrado nombres apropiados para ellos: la niña se llamará Alexia y el niño, Alfred. Estoy seguro de que Alexia llevará el apellido Ashford a la mayor de las glorias.
Alexander Ashford.