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| - Todo el proceso se hace con la víctima viva hasta el momento final. Primeramente el torturador escoge un fanático ilóta, esclavo de la legión, y emplea un cuchillo vibrador con el que le recorta al ilota tiras de piel y carne con un cuidado exquisito, como si fuera un escultor. El torturador hábil consigue que los gritos de la víctima suban y bajen octavas de la escala, usando al torturado como un instrumento musical de dolor. Después, con la víctima viva, consciente y disfrutando (en su fanático éxtasis) de su propia agonía, el torturador le exige que le entregue su amor. Una vez aceptado, el torturador pide el permiso del Apóstol Oscuro, que ha presenciado todo el proceso, para continuar. El Apóstol Oscuro trae su Crozius Maldito ceremonial y lo moja y remueve en el cubo lleno de sangre que hay bajo el potro de tortura, mientras la sangre humea y se evapora al contacto con el arma de energía. Entonces recita las siguientes palabras: En ése momento el torturador clava y raja el vientre de la víctima, viva por supuesto, con el cuchillo vibrador. Entonces el torturador examinará las entrañas desparramadas del sacrificio, ya muerto, y verá que auguirios deparan. Cuentan las vueltas de los intestinos caídos, las manchas de sangre, la colocación de los órganos... si los Dioses del Caos habían estado satisfechos con el sacrificio, revelarían el futuro al torturador, que se lo haría saber al Apóstol.
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