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| - Hacia el año de 1938, Juan Andreu Almazán fue convencido por sus amigos y simpatizantes para postularse a la Presidencia de México. La sociedad se encontraba muy dividida debido a los cambios sociales, económicos, políticos y culturales resultantes del gobierno cardenista. El pueblo estaba dispuesto a todo en su afán de encontrar democracia; sin embargo, los resultados serían desconsoladores. El 25 de julio de 1939, el General Andreu lanza su candidatura presidencial, dando lugar al Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), el cual era una organización que conglomeraba los intereses de muchos grupos, unidos con el único propósito de oponerse al partido oficial: el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), que sentó las bases de lo que posteriormente sería el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Cuando llegó por fin el día de la jornada electoral, a pesar de las promesas de Lázaro Cárdenas de unas elecciones democráticas ordenadas, el fraude se hizo presente. Armadas con ametralladoras Thompson, pandillas llegaron a las casillas disparando contra las filas de votantes y robaron urnas para cambiar las boletas con otras a favor de Ávila Camacho. El resultado: una cifra extremadamente ridícula de votos a favor de Almazán (5.72 por ciento) y la aplastante mayoría de votos para Ávila Camacho (93.89 por ciento). Pero... ¿qué hubiera pasado si Lázaro Cárdenas decidiese no atacar las urnas y dejar que las elecciones se llevasen en paz?
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