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| - “Hermano... Sí, todavía te llamo hermano porque nuestros lazos de sangre siguen intactos aunque el odio los haya puesto a prueba. Incluso si me terminan asesinando, que a estas alturas parece inevitable, seguiremos siendo hermanos. Ninguno de los dos somos inocentes. Nuestra manifiesta enemistad no es ninguna tragedia, sino una monstruosidad. No consigo vislumbrar el fin de este silencio, de esta guerra encubierta donde afloran los venenos, se estrangula a nuestros hombres mientras duermen y donde solo caben flechas traicioneras y dagas afiladas. La paz se torna inalcanzable. La llama de mi vela no parpadea y, sin embargo, veo sombras moviéndose por la habitación. Conozco las señales, sé que voy a...”
Esta nota se encontró en una casa abandonada en la ciudad nórdica de Jallenia en el año 358 de la Segunda Era. Por lo que se sabe, allí vivía un zapatero que, según las habladurías, formaba parte del temible Morag Tong, el gremio de asesinos que fue proscrito en toda Tamriel treinta y cuatro años antes de esa fecha. La casa estaba en perfecto estado, y parecía como si al zapatero se lo hubiera tragado la tierra. En la nota había una gota de sangre.
Por lo visto, la Hermandad Oscura le hizo una visita.
No es nada habitual encontrar este tipo de notas. Tanto el Morag Tong como su detestada filial, la Hermandad Oscura, se cuidan en extremo de no dejar evidencia alguna. Sus miembros saben bien que divulgar cualquiera de los secretos de la orden supone la muerte. Esto dificulta enormemente el trabajo de los historiadores, ya que no resulta nada fácil seguirles la pista.
La mayoría de los eruditos coinciden en que el Morag Tong ha estado presente en la cultura de Morrowind prácticamente desde sus inicios. Después de todo, la historia de Resdayn, como se denominaba a Morrowind antiguamente, se caracterizó por los asesinatos, los sacrificios de sangre y el fanatismo religioso, el mismo sello de la orden. Se suele oír con frecuencia que, tanto entonces como ahora, el Morag Tong cometía estos actos sangrientos para glorificar al príncipe daedra Mephala. Aunque estas suposiciones no andan desencaminadas, tampoco ofrecen garantía alguna. Yo personalmente sostengo que los primeros tong adoraban a una deidad mucho más antigua y malévola que Mephala. A pesar del terror que pueda sembrar el príncipe de Oblivion, estoy convencido de que han venerado desde tiempos inmemoriales a un demonio mucho más poderoso.
Las misivas de la Primera Era permiten entrever la filosofía inicial del Morag Tong. Se parecen en gran medida a las notas actuales, pero contienen fragmentos poéticos que han desconcertado a nuestros eruditos durante siglos. Se servían de extraños códigos como “Silbidos sibilantes y ceceantes”, “Dulce influjo del éter” o “Beso rancio del pecado heredado”, para indicar el nombre de la víctima, su ubicación y la fecha y hora en la que debía producirse la muerte. De estas glosas se desprende, además, una referencia directa a un espíritu divino llamado Sithis.
En lo que respecta a sus métodos, no cabe duda de su eficacia. Muy pocos han logrado escapar a su abrazo letal, lo que indica que son asesinos extremadamente capaces, pacientes y que dominan sus recursos a la perfección. Conservamos a buen recaudo el fragmento de una carta encontrada entre los efectos personales de un conocido armero. Suponemos que la escribió uno de los matones del Morag Tong para encargar nuevas armas. Esta misiva nos ha permitido saber lo que esperaban de sus dagas, y hace mención de Vounoura, la isla donde los miembros de la orden se refugiaban.
“Te felicito por tu maestría, así como por el peso y el excelente equilibrado de las dagas. Las hojas son finísimas y están elegantemente labradas, pero no resultan nada prácticas. El filo debe ser más grueso, ya que las arterias tienden a cerrarse por sí solas para evitar la pérdida de sangre. Saldré de Vounoura dentro de dos semanas para inspeccionar las nuevas herramientas que, espero, se ajusten mejor a mis deseos”.
Durante los primeros años de la Segunda Era, el Morag Tong se encargó de divulgar el sangriento culto a Mephala y Sithis a lo largo y ancho de Tamriel.
Cuando la orden eliminó al emperador Reman en el año 2920 de la Primera Era y, posteriormente, a su sucesor el potentado Versidae-Shae en el año 324 de la Segunda Era, los asesinos que tanto tiempo habían permanecido ocultos salieron finalmente a la luz. Sedientos de sangre habían declarado lo evidente, al escribir “MORAG TONG” con la sangre del potentado en las paredes de sus aposentos.
A raíz del suceso, el Morag Tong fue prohibido en todos los rincones de Tamriel a excepción de la provincia que fue su cuna: Morrowind. Con la bendición de las casas, siguieron actuando con toda impunidad y aumentaron su larga lista de asesinatos y notas negras, pero los lazos que los unían a sus hermanos del oeste fueron sesgados.
Muchos eruditos opinan que el nacimiento de la Hermandad Oscura, una orden secular de asesinos a sueldo, fue el resultado del cisma del Morag Tong. Dado el misterio que rodea a ambos cultos, resulta complicado precisar su naturaleza, pero algunas presunciones presentan cierta lógica.
Para evitar su desaparición, el Morag Tong tuvo que recurrir a las personas más influyentes de Morrowind durante aquella época: el Tribunal de Almalexia, Sotha Sil y Vivec. Según se dice, Mephala, deidad a quien los tong idolatraban junto a Sithis, había precedido a Vivec, por lo que no resulta descabellado asumir que a cambio de permitir su existencia, los tong hubieran abandonado el culto a Mephala sustituyéndolo por el de Vivec.
Como bien sabemos, el Morag Tong sigue adorando a Sithis. En cuanto a la Hermandad Oscura, son muchos los que opinan que ha dejado de ser una orden religiosa y que se limita a asesinar por dinero. En mi opinión, sin embargo, existen pruebas suficientes en forma de misivas que apuntan a que la hermandad sigue venerando a Sithis.
El lector se preguntará entonces qué provocó el cisma. ¿Por qué habría de iniciarse una guerra silenciosa y sin cuartel entre dos grupos con una ideología tan similar: ambos gremios de asesinos y adoradores de Sithis? La clave para responder a esta pregunta se halla en otra figura. La Madre Noche.
Nadie sabe a ciencia cierta de dónde procede, cómo aparece en escena y cuál es su papel en esta historia. Carlovac Townway en su novela 2920: El último año de la Primera Era, excelentemente documentada por cierto, convierte a la Madre Noche en la líder del Morag Tong. Históricamente, nunca se asoció a la Madre Noche con los tong, solo con la Hermandad Oscura.
Aunque lo cierto es que la Madre Noche no es otra que Mephala. La Hermandad Oscura, al verse libre de las restricciones dictadas por el Tribunal, continuó ensalzando a Mephala en el oeste. Tal vez no utilicen su verdadero nombre, pero el daedra del asesinato, el sexo y los secretos sigue siendo su adalid. Por ello, aún hoy día, siguen sin perdonar a sus hermanos por haberla dejado de lado.
La brecha entre la hermandad y los tong es insalvable y, como indicaba ese zapatero de la Segunda Era, el final de esta guerra no parece vislumbrarse. Entre las sombras del Imperio, las hermandades de la muerte siguen su contienda, una lucha que probablemente nunca verá su fin
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