Y eso no es todo, pues entre ellos había uno llamado Kheradruakh -El Que Caza Cabezas- el Decapitador. Un millar de cráneos decoraban su guarida; un millar de vidas que habían terminado rápidamente bajo sus armas. Nadie estaba a salvo del Decapitador que se movía por las sombras como la brisa por el aire. Ningún guardia puede detectarle. Ningún escudo puede protegerte de sus ataques. Nadie puede evitar que mate a su presa. ¿Cómo puede designarse el precio de la muerte cierta para cualquier enemigo? Yo no lo sé, pero algunos rumores hablan de cien veces mil víctimas entregadas en sacrificio, como pago por la muerte de un único enemigo.