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| - ras bañar la hoja en sangre humana, preséntala en el Túmulo del Rebelde junto a tu sacrificio y entona estas palabras:
¡Señor Águila Roja, oh antiguo, primero y más notable de entre las gentes de la Cuenca, escucha la llamada de tu pueblo! ¡Aún luchamos por nuestra libertad! ¡Nuestro acero aún está ennegrecido de sangre! ¡Posa tu mirada en nosotros y concédenos tu bendición una vez más!
Hoy renuevo el pacto ancestral: Cuando nuestras tierras sean al fin libres, regresaremos, con tu espada triunfadora en mano. ¡Y entonces te alzarás, o grande entre los grandes, de tu sagrada tumba! ¡Reclama el trono que te robaron! ¡Gobiérnanos, Gran Señor de la Cuenca, para siempre jamás!
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