Stanley Milgram quería probar que los alemanes tenían algo particular en sus genes que los hacía participar del genocidio y cometer atrocidades. Para probarlo, ató a un hombre a una silla eléctrica y le pidió a un grupo de personas que le realizaran preguntas, apretando el botón de electricidad cuando contestara mal. El hombre torturado era un actor, y la silla no funcionaba; sin embargo, cada vez que el hombre gritaba y rogaba, las personas más deseaban torturarlo.
Stanley Milgram quería probar que los alemanes tenían algo particular en sus genes que los hacía participar del genocidio y cometer atrocidades. Para probarlo, ató a un hombre a una silla eléctrica y le pidió a un grupo de personas que le realizaran preguntas, apretando el botón de electricidad cuando contestara mal. El hombre torturado era un actor, y la silla no funcionaba; sin embargo, cada vez que el hombre gritaba y rogaba, las personas más deseaban torturarlo. Su hipótesis original no fue probada, y el experimento de Milgram solo logró sacar lo peor de los individuos convocados. Categoría:Ciencia