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| - Ver esa cantidad de fluidos desembocar desde la maltrecha mandíbula de Andy abultó una bizarra erección en mi entrepierna y estimuló la salida del caprichoso monstruo que ato en el rincón más oscuro de mis adentros. Levanté el garrote y en un brusco ademán azoté el rostro zanjandolo en pilas de sangre. Incontables llagas abrían las mejillas del sometido adolescente que, entre gemidos frustrados por su cuello angosto tallado a puñetazos, suplicaba no más martirio, pero no hacían más que encender mi morbo. Forcé la quijada hacia abajo en un rechinar descontrolado de huesos atrofiados y las fauces desfiguradas fueron exhibidas sanguinolentas para mi deleite. Levanté de un pequeño tonel gris y derramé el brebaje en la lengua expuesta y pálida de tanto manoseo brusco. Una bocanada de humo fue ascendiendo hasta rebalsar su rostro desfigurado, la lengua era degradada e intoxicada entre ovillos negros que explotaban al contactar y amontonarse unos con otros como sardinas. -El ácido no viene mal para cerdos como tú ¡Jajaja!- manejé el tonel hasta uno de los párpados y acomodé el agujero a los extremos del globo ocular, me recargo e inclino el envase desgarrando el ojo que únicamente anexa a la cuenca vacía por medio de un pedúnculo violentado, tiré del hilillo dando rienda suelta a los gritos fallidos de Andy. Me encaminé hasta una pequeña mesa metálica. Ahí moraban mis añorados juguetes: una escala de mayor a menor en tamaño de agujas, una llave inglesa, una cuchara, una maza de cabeza aguda, entre otros que complementaban el instrumental de mi singular hobbie -los matones no necesitan un pase VIP a mi salón de juegos, anda, cuando quieras llama a tus amigos, diversión asegurada. Jejeje-. Me esmeré en esgrimir el mazo entre los dedos machacados del jovencito que se torcían como escuadras y toda clase de posturas mortales. Mi enfermedad va más allá, e inconforme, acomodé las agujas entre dedo y dedo como si fueran una clase de garras. Digné entre pequeños saltos imitando el acecho de un boxeador y erguí un derechazo que trazó 3 agujeros en el globo ocular restante. Crucé la mano como un felino y dividí el grotesco rostro exhibiendo la máscara ósea y ahuecada, los dientes eran perforados en agujeros y aproveché de anclar las agujas y tironear como un maniático hasta desgarrar los miembros de las encías. --Nuestra noche de diversión va llegando a su clímax- masacré el cráneo a mazazos con la llave inglesa acumulando boquetes que tanteaban por unos centímetros el preciado cerebro. Tomé el tesoro arrimado entre montañas de cartílagos y en un lago de materia gris humeante. Regocijé mi paladar devorando como un lobo hambriento los sesos de la víctima y derramando el sabroso elixir por mi barbilla. Noches como esta son las que más adoro. Categoría:Mentes trastornadas Categoría:NRHT
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