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| - Aunque no lo quieras creer, finjo que todo sigue siendo igual. Cada vez que me envías tus palabras con sabor a aguamarina pongo en marcha esta falsa comedia en la que no soy más que un triste secundario, un simple clown, un payaso que se conforma con ver una sonrisa de puro añil, mientras llora en una esquina donde nadie lo pueda ver. < Comienza el vodevil y el espectáculo debe continuar>>. Estás siempre tan lejos, unas veces tan cerca, pero siempre tan lejos, tan lejos... Cuando, rara vez, cruzamos una mirada, siento que me acaricia una de esas brisas de verano tan suave que apenas es perceptible,
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| - Aunque no lo quieras creer, finjo que todo sigue siendo igual. Cada vez que me envías tus palabras con sabor a aguamarina pongo en marcha esta falsa comedia en la que no soy más que un triste secundario, un simple clown, un payaso que se conforma con ver una sonrisa de puro añil, mientras llora en una esquina donde nadie lo pueda ver. < Comienza el vodevil y el espectáculo debe continuar>>. Estás siempre tan lejos, unas veces tan cerca, pero siempre tan lejos, tan lejos... Cuando, rara vez, cruzamos una mirada, siento que me acaricia una de esas brisas de verano tan suave que apenas es perceptible, pero tan dulce, que sin cambiar nada hace que uno piense en que todo puede ser diferente. Es entonces cuando más cerca te siento, aunque sólo sea una breve ilusión, una mirada color a cian, que sin avisar a nadie desaparece entre las nubes de nuevo y es como si nunca hubiera estado. Recuerdo, no tengo muy buena memoria, pero recuerdo que una vez posaste tus manos de turquesa sobre mi cuerpo y lo recuerdo porque aquella misma noche volví a creer en mí, recuperé la fe, olvidando incluso un hecho tan simple como la certeza de que la fe no existe. Pensé entonces en la esperanza, que también puede ser de color azul, como el ayer, como el mañana, como hoy. ¡Tonto de mí cuando caí en la cuenta de que no es azul la esperanza sino verde! Y tú eres azul, de puro añil, sabor a aguamarina, de mirada color a cian y manos turquesa y te desvaneces cuando me acerco, como el agua que se cuela entre los dedos al querer beberla. Y sigue la sed en mis labios clamando tu nombre, que se me cae del alma como el rocío de las plantas. Yo te amo, tú me desprecias. Yo me desengaño y tú me devuelves la ilusión. En eso consiste el juego, este juego, este cuento, esta fábula, que como toda fábula está llena de maravilla, pero también está repleta de dolor. Categoría:Poemas
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