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| - Página 130. Los meses de febrero y marzo son los mas desastrosos para las abejas. Es en este tiempo que perece la mayor parte de las colmenas. Es en este tiempo escribe el Sr. Abad Magaud a la Sociedad de Agricultura del Loire, que debe tenerse mucho cuidado con ellas. Las abejas escasas de provisión de miel, se conservan bien durante los primeros meses del invierno. Entonces, no solamente no sufren privación alguna, sino que el frío y las largas noches contribuyen a su engorde, como se observa con las avispas, los lagartos, las serpientes, etc. Entonces como estos animales, las abejas no comen sino muy poco, en tanto que dura este estado. El criador inteligente procura colocar sus colmenas, en el invierno, de modo que este estado dure lo más posible. Pero al volver la naturaleza a despertarse del sueño del invierno, las abejas dejan este estado de entorpecimiento, y si sus provisiones no son abundantes las habrán luego consumido y morirán después de hambre, pues el campo no les ofrece los alimentos necesarios. He aqui pues lo que me parece debemos hacer en semejante caso. No hay mas que levantar la colmena con precaución, para saber si pesa poco; este es el mejor medio para constatar la ausencia de la miel. Entonces si esta colmena consiste simplemente en un tronco de árbol, una caja, o si está construida según el sistema Rome, Banset, etc., en una palabra, si es de la categoría de las colmenas sin divisiones que no permite la formación de dos colmenas en una sola, o el establecimiento del equilibrio de alimento entre ellas, dando a la que carece, una parte de lo que la otra tiene de mas, entonces, digo yo, el único medio es el de llenar con miel algunos pedazos de canela, en forma de pila, que se introduce en la colmena por su apertura ordinaria. Esta pila que las abejas habrán vaciado en algunas horas, debe sacarse luego, y repitiendo esta operación dos o tres veces por semana se salvará una colmena ordinaria. A falta de miel, podemos servirnos algunas veces de diversos compuestos que la remplacen, sin tener el mismo valor. Por si estas colmenas tienen divisiones horizontales o verticales, se puede tomar uno de estos dos medios igualmente ventajosos, o reunir esta población con otra mas grande. Esta última indemniza con amplitud, en la primavera, los sacrificios que hacemos para enjambres precoces y vigorosos, y por otra parte se ha demostrado que cuanto mas grande es la población de una colmena, tanto menos proporcional es su consumo del alimento, porque el calor natural de la colmena sustituye en algo la provisión. O bien, tómese una división llena de miel de una de las colmenas grandes que puede pasarse sin ella para adaptarla a la que carece de provisiones. Cuando un agricultor vea un montón de abejas muertas delante de la colmena, no tema volcarla, después de haberla ahumado un poco, por medio de algunas bocanadas de Página 131. humo de tabaco, sobre todo si hace un poco de frío. Si no han muerto todas, podremos salvar al resto: primero, alejando los cadáveres amontonados en el seno de la colmena cuya putrefacción infecta las abejas vivas y las hace perecer; después, regando los panales desecados con un poco de miel liquida, y entreteniendo las abejas mientras tanto con humo. A menudo el enmohecimiento causado por la transpiración de las abejas, cuando ella es fuerte, hace perecer toda una colmena; para impedir esto, basta poner antes del invierno una cala detrás de la colmena, a fin de que la inclinación permita que esa agua pase por la apertura de la colmena y que no quede adentro. Mas vale hacer esta operación aunque sea un poco tarde que no hacerla absolutamente. Cuando hacia el fin del invierno las noches son frías y las aperturas de las colmenas están tapadas, es prudente dejarlas todavía por algún tiempo sin quitar la tapa. Sin esta precaución, las abejas saldrían al campo, y caerían hacia la noche por centenares al suelo en la vecindad de la colmena; y si entonces hiciese tiempo frío o lluvioso perecerían; si fuese templado, el sol de la mañana las haría levantar otra vez. Pero si las noches no son frías, se puede dejarlas salir a lo menos algunos días, aunque la estación de invierno no haya pasado; entonces pueden desembarazarse de las materias amontonadas en su cuerpo. A la vuelta del frió, podrán quedar en su colmena, sin que su cautividad les incomode o que haya mortandad. Por fin, cuando el sol de la primavera brille definitivamente, deje Ud. a sus abejas en libertad completa, y, esperando la vuelta y la expansión de las flores, ponga delante de sus colmenas los pedazos de la miel vieja y todo los desechos que Ud. tiene de ella. Haciendo esto algunas veces por semana, se asegura la fuerza de las colmenas y se excita la postura de la reina, lo que procura a Ud. enjambres precoces. Categoría:Historia de la apicultura
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