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| - As the physical manifestation of Khorne's vengeance, Karanak is Khorne's chosen hunter, the Daemon the Blood God unleashes to search out those who have transgressed his creed, or have offered insult to his colossal pride. It is a choice well made, for Karanak is ruthless and implacable, able to follow the blood scent of a quarry across all of space and time in service to his vengeful master.[1a]
- thumb|325px|Karanak, Mastín de la Venganza, Cazador Eterno, Garra del Trono de Cráneos Un único fin espera a quienes ofenden a Khorne. Quienes hieren el orgullo del Dios de la Sangre, guerreros que vulneran el credo de Khorne, cobardes que rehúsan derramar sangre; la ira de Khorne les alcanza a todos. Desde los confines del Espacio Real hasta las profundidades del Inmaterium, a través del tiempo y el espacio, Karanak es la encarnación de la venganza de Khorne. Implacable, mortífero y con un único propósito, Karanak es el mastín favorito de Khorne, un cazador implacable que sigue a su presa a través del espacio real. Ningún ejército sirve para protegerse de él, ningún muro puede cortarle el paso.
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| - As the physical manifestation of Khorne's vengeance, Karanak is Khorne's chosen hunter, the Daemon the Blood God unleashes to search out those who have transgressed his creed, or have offered insult to his colossal pride. It is a choice well made, for Karanak is ruthless and implacable, able to follow the blood scent of a quarry across all of space and time in service to his vengeful master.[1a] The hunt begins as Karanak's three snouts taste the air for a trace of his prey. He paces to and fro, growling and snarling as each head in turn savours a portion of the scent. Each can track Karanak's quarry in a different fashion. The first head can follow the trail through space and can track the victim over plain, forest, mountain, and other environments too bizarre to describe. The second can follow the scent through time, back into the past to the very creation of everything that is, or forward to the end of the universe. The final head tracks the quarry through his own thoughts, pursuing through dreamscapes and delusions. Of the three heads it is the last that is most dangerous, for the first two can be fooled by those with the wit to do so, but only the insane can run beyond the trace of their own mind.[1a] With the odour of his victim thick in his nostrils, Karanak begins to run, slowly at first and then faster as the prey grows closer and the blood scent grows stronger. As leagues untold fall away beneath his clawed feet, Karanak's bestial howls echo through the void, drawing other Flesh Hounds to his presence, all eager for the feast. The bestial chorus of Karanak's hunt has long since become known as harbinger of dire fates, not only in the Realm of Chaos, but in the kingdoms of the Empire and Bretonnia, and a thousand others besides. When mortal men hear that howl they lock their doors, bar their gates and pray that this evil fate is meant for another.[1a] By the time Karanak reaches his prey ten score or more other Flesh Hounds follow the trail alongside him, each driven to snarling madness by the glory of the hunt. None can stand against such maddened ferocity — within moments of arrival Karanak roars his victory and departs once more, the tattered corpse of his victim clasped tight between his jaws. The skull of the quarry goes to Khorne, as token of his will obeyed. The remainder of the corpse — blood, flesh and bone alike - is Karanak's to nest amongst and feast upon. For days afterward the sound of breaking bones echoes about the Skull Throne as the three-headed hound devours the last of his luckless prize.[1a]
- thumb|325px|Karanak, Mastín de la Venganza, Cazador Eterno, Garra del Trono de Cráneos Un único fin espera a quienes ofenden a Khorne. Quienes hieren el orgullo del Dios de la Sangre, guerreros que vulneran el credo de Khorne, cobardes que rehúsan derramar sangre; la ira de Khorne les alcanza a todos. Desde los confines del Espacio Real hasta las profundidades del Inmaterium, a través del tiempo y el espacio, Karanak es la encarnación de la venganza de Khorne. Implacable, mortífero y con un único propósito, Karanak es el mastín favorito de Khorne, un cazador implacable que sigue a su presa a través del espacio real. Ningún ejército sirve para protegerse de él, ningún muro puede cortarle el paso. Cuando no está cazando, Karanak merodea entre las sombras de la sala del trono del Dios de la Sangre. Karanak siempre está atento, más que el resto de cazadores, pues hay tres cabezas encima de su collar de bronce. Mientras una se alimenta de los huesos de los sacrificios de Khorne, las otras dos siguen en guardia. Nadie accede a la cámara del trono si no es con permiso de su atento guardián. Esporádicamente, un Desangrador o una Furia poco atentos se aproximan demasiado, y Karanak se lanza sobre ellos. Es un final brutal, anunciado por el chasquido de los huesos, las salpicaduras de sangre y un coro de gruñidos escalofriantes a tres voces. Su custodia incansable se ve interrumpida con frecuencia, pues la ira de Khorne es perpetua, y cuando se ve especialmente agraviado por un mortal, sella su destino azuzando a Karanak sobre él. La bestia puede sentir la furia de su amo, y se agita a su lado. Entonces, con un bramido, el Dios de la Sangre desata a Karanak y el gran mastín alza sus cabezas, olisqueando el aire en busca del rastro de su presa. Cada cabeza rastrea a su presa de un modo diferente. La primera sigue su rastro en el espacio. La segunda lo busca en el tiempo. La tercera, la más peligrosa, detecta a la presa por medio de sus pensamientos, olfateando sus sentimientos más ocultos entre el sueño y el delirio. Esto garantiza que nadie pueda escapar de Karanak; los ingeniosos y hábiles con la tecnología pueden evitar la detección espacial y temporal, pero únicamente los locos pueden eludir sus propias mentes. A medida que Karanak salta de reino en reino, sus gruñidos resuenan en los pensamientos de su presa. Los aullidos de Karanak surcan el espacio y el tiempo, llevando la cacería de Khorne hasta su objetivo. A través de leguas y años luz, una manada de bestias, Juggernauts atronadores y Desangradores se arremolinan tras Karanak, buscando la matanza. En una vorágine de colmillos y sangre, los cazadores atacan, arrasando todo hasta acorralar a la presa del Dios de la Sangre para despedazarla. Con los restos inertes de su víctima entre fauces, Karanak vuelve a la sala del trono de Khorne para entregar la ofrenda a su amo. Allí, el Dios de la sangre agrega, satisfecho, el cráneo a la pila siempre creciente que sostiene su trono y recompensa a su fiel Mastín con el resto del cuerpo para que se dé un banquete.
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