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| - Aquel día había amanecido de forma diferente. A decir verdad, no estoy muy segura de que hubiera amanecido. Parecía como que el sol se hubiera olvidado de su cita de costumbre y estuviera de vacaciones o se hubiera quedado dormido. No es que hubiera nubes, no, que sí las había, es que era noche cerrada. Miré varias veces mi despertador, lo comparé con los demás relojes de la casa. Encendí mi teléfono móvil, la televisión...Todos estaban sincronizados, sin lugar a dudas era una nueva mañana de un nuevo día, pero el sol seguía sin aparecer, sin dar señales, sin hacerse presente, ni siquiera insinuarse, nada, era como si toda la vida hubiera sido de noche y la existencia del sol solamente un sueño. Mis primeras reacciones de extrañeza fueron convirtiéndose poco a poco y pasaron por momentos de inquietud hasta llegar a convertirse en verdadero miedo. Presté atención a las noticias de la tele, algo raro, grave, debía estar pasando...Pero en la televisión no decían nada, era como los demás días, las mismas noticias más o menos; las mismas guerras, los mismos discursos políticos, los mismos proyectos del gobierno, las mismas entrevistas, los mismos sucesos, otra mujer muerta a manos de su pareja, un pueblo que había quedado incomunicado por la nieve y los niños no podían acudir al colegio porque el autobús no tenía acceso...total, lo mismo de siempre, ninguna novedad, nada que hiciera alusión al fenómeno que yo contemplaba. Terminé mi desayuno, me vestí, pero no me atrevía a salir a la calle; entonces decidí llamar a una amiga. La pillé a punto de salir de casa, ya se le hacía tarde para ir a trabajar. Le sorprendió mi llamada, sobre todo por lo angustiada que me manifestaba, pero ella sin embargo, a pesar de la prisa, estaba muy normal, vamos, muy como es ella, ansiosa, como siempre, pero no daba ningún síntoma de extrañeza. Con un "pero tú estás tonta", me cortó el teléfono, con la excusa de que llegaba tarde. Ante tal dudosa respuesta no tuve más remedio que seguir investigando. Decidí coger la guía telefónica y buscar algún servicio oficial, meteorológico o algo por el estilo, la policía local, la guardia civil, el número gratuito de ayuda, el teléfono de la esperanza... y a todos los que, dentro de mi excitado estado, conseguía localizar. A todos ellos llamé... no sé, pero yo diría que me tomaban por loca o algo así, eso los más comprensivos, pues hubo quien me contestó muy molesto alegando que, por mi voz, ya no tenía edad de andar gastando esas bromas. Mi desconcierto aumentaba por momentos. Mi preocupación, minutos antes basada en pensamientos tan trascendentales como que podría tratarse del fin del mundo, empezaron a tornarse en algún motivo más personal. Empecé a pensar, primero, si se trataría de algún problema que me había surgido en la vista, lo cual debía ser grave, bastante grave..., muy grave; cada vez me asustaba más entre mis paseos de ida y vuelta al baño para mirarme en el espejo. Para mirarme en el espejo y para hacer pipí, pues ya era tal la subida de adrenalina que mis riñones no daban abasto. Abría mis ojos ante el espejo todo lo que podía, me acercaba, intentaba mirar dentro de su iris, a su alrededor, moviendo el globo ocular en todas direcciones, tirando del párpado superior hacia arriba en busca de alguna señal, de algo que demostrara mi problema en la vista. Luego pellizcaba el inferior y buscaba todo lo adentro que podía. Mis ojos tenían el mismo aspecto de siempre, tal vez los sentía un poco incomodados por la falta de luz natural, pero eso era todo. Aun así dudé en pedir una cita a mi oculista, pero deseché esa idea pues, luego de haber revisado y más que revisado mis órganos de la vista, no sólo mirando en ellos sino haciendo pruebas de enfoque, mirando objetos de cerca, de lejos, a una distancia, a otra, leyendo, letras grandes, titulares y esas cosas, letras normales, de un libro, de otro, de un periódico, de una revista, letras pequeñas, de una factura, de un prospecto de medicina...llegué a la conclusión de que mi vista estaba en perfecto estado y sería una pérdida de tiempo acudir al oftalmológico.
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